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Bush y Salinas dan luz verde a un área de comercio libre entre México y EE UU

Antonio Caño

Los presidentes de México, Carlos Salinas, y de Estados Unidos, George Bush, dieron ayer su respaldo oficial a la apertura de negociaciones para la firma de un acuerdo de libre comercio entre los dos países, que, de acuerdo al deseo expresado por Bush, debería estar concluido antes de que el presidente norteamericano finalice su actual mandato. El clima de cordialidad de las entrevistas quedó reflejado en una frase de Bush: "Somos una familia".

George Bush dijo en el discurso más importante pronunciado durante sus 27 horas de visita a la ciudad de Monterrey que el acuerdo de libre comercio "es bueno para Estados Unidos y es bueno para México, es bueno para los trabajadores norteamericanos y bueno para los trabajadores mexicanos". "Este acuerdo", dijo Bush, "permitirá que nuestras economías trabajen de forman complementaria e incrementen su competitividad a nivel mundial".El tratado de libre comercio, según el presidente norteamericano, "hará una nueva historia en América del Norte y será un ejemplo para todas las naciones". El presidente mexicano expuso también sus esperanzas en que el acuerdo sea "fuente de creación de empleos y de aumento de las exportaciones".

Carlos Salinas trató de responder a los temores de que la nueva relación con Estados Unidos aisla a México de América Latina y anunció que el acuerdo de libre comercio será "un sólido puente comercial hacia el norte y el sur del hemisferio". Salinas respaldó la Iniciativa de las Américas presentada por el presidente Bush, quien expresó, por su parte, su deseo de hacer de América Latina -a donde el presidente norteamericano viajará la próxima semana- "un hemisferio abierto al libremovimiento de bienes e ideas".

Diferencias petroleras

Oficialmente, la Casa Blanca ha precisado que las diferencias de los dos, países en relación con el petróleo no tienen por qué ser un obstáculo para la negociación de un acuerdo, pero las dos partes saben que, sin la participación en la explotación de los hidrocarburos, el tratado tiene mucho menos interés para EE UU.Para México el tema es fundamentalmente una cuestión de soberanía.. Salinas tendría que pagar un alto precio político por romper con una tradición impuesta por el general Lázaro Cárdenas al nacionalizar en 1938 toda la. industria petrolera.

Por culpa de las dificultades económicas, México sólo ha podido invertir en la industria petrolera en el año pasado 1000 millones de dólares, cifra muy inferior a los 6.000 millones anuales de inversión de ese sector antes de la crisis en 1982.

Otro asunto delicado de las conversaciones entre Bush y Salinas, aunque fuera de la agenda oficial, es el de la situación política mexicana. Bush llegó a México dos semanas después de que se celebrasen en el estado de México importantes elecciones regionales en las que el oficialista Partido Revolucionario Institucional (PRI) regresé a la política de "carro completo" y borró materialmente a la oposición de una zona en la que había demostrado dos años antes enorme potencia electoral. Las acusaciones de fraude restaron toda credibilidad a esos comicios. Aunque el apoyo de Bush a Salinas es seguro, la situación política en México es tema de preocupación en otros sectores de la Administración y del Congreso de EE UU.

Incluso para la Casa Blanca va a ser cada día más difícil sostener su apoyo incondicional al Gobierno mexicano si quiere ser consecuente con su política de respaldo a la democratización de América Latina. México es hoy, junto a Cuba, el único país latinoamericano con un sistema monopartidista, de hecho.

Ayer, la única llamada de atención de Salinas a Bush fue la mención a los malos tratos que reciben los emigrantes en Estados Unidos. Salinas pidió un "efectivo respeto a, los derechos humanos de los emigrantes y sus familias". En relación con Centroamérica, el tema más tratado por Salinas y Bush fue la situación de El Salvador, país sobre el que México ejerce una gran influencia en favor de una solución negociada de la guerra civil.

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