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Crítica:POP
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Melodías y bostezos

Prefab Sprout"No me gusta nada actuar en directo. Prefiero componer en mi casa y después grabar en estudio", confiesa siempre que tiene ocasión Paddy McAloon, líder indiscutible del grupo británico Prefab Sprout. Absoluta sinceridad en las palabras de este compositor de familia irlandesa, consciente de la pérdida de carácter que sufre su música cuando se interpreta en un escenario.A juzgar por el concierto que ofrecieron en el Pabellón de Deportes del Real Madrid, Prefab Sprout son el típico ejemplo de banda basada en un solo hombre, con todas las limitaciones que una situación así acarrea. Paddy McAloon escribe aceptables canciones pop y sigue unas formas de trabajo francamente profesionales: tiene un repertorio digno, un grupo formado por músicos cumplidores y ha dado forma a un espectáculo sobrio. Cobijado en los estudios de grabación y con la ayuda del productor adecuado, obtiene, al sumar todos estos elementos, un buen resulliado discográfico. Pero en directo todo cambia. Le resulta inlucho más complicado dotar a sus composiciones de la energía necesaria como para enganchar al público de principio a fin, y los bostezos se convierten inevítablemente en parte de la decoración.

Paddy McAloon (voz y guitarra), Martin McAloon (bajo), Wendy Smith (coros), Neil Conty (batería), Jess Baily (teclados), Carlos Edwards percusión) y Paul Harvey (guitarra)

Madrid, 24 de noviembre. Pabellón de Deportes del Real Madrid. Precio de las entradas: 2.500 pesetas. Aproximadamente 1.500 personas.

Paddy McAloon es un hombre sensible e introvertido que no disfruta actuando en directo, con lo cual es muy dificil que logre hacer disfrutar a la gente que asiste a sus conciertos. Amigo de las melodías elegantes y los ritmos preciosistas, furibundo enemigo del rock and roll, se cobija en un pop melancólico y cristalino. Se burla de los tópicos rocanroleros y tropieza en otros al menos igual de lamentables, al apostar por una inocencia pop que en más de una ocasión degenera en babosa blandenguería.

Sobre el escenario, el mayor de los hermanos McAloon sólo recibe apoyo creativo del teclista Jess Baily, personaje homnipresente que le cubre las espaldas de manera obsesiva. El resto del grupo cumple de forma estática con su trabajo y no arriesga un ápice. Improvisación, dinamismo y movilidad son palabras que no están incluidas en su diccionario.

La presentación en Madrid del último disco del grupo de Newcastle, titulado Jordan, the comeback, duró casi dos horas. Después de unos primeros 30 minutos soporíferos el sonido mejoró, e hicieron aparición las canciones más conocidas del grupo. El público, sumergido en un preocupante letargo, despertó a tiempo para corear The king of rock and roll, Cars and girls, When love breaks down, Goodbye Lucille y Lookingfor Atlantis. Eran los cinco mejores temas de una formación atrapada en una maraña de acordes suaves y palabras livianas, una auténtica selva de canciones tejida por un compositor que se ve obligado por las circustancias a ejercer de músico de directo.

Melancólicos

El desangelado Pabellón del Real Madrid no colaboró en absoluto con la banda británica y resultó inadecuado para las pretensiones de unos Prefab Sprout melancólicos, fieles practicantes de tiempos medios y afectadas baladas. En un local más acogedor, con menos espacios muertos y una distancia más corta entre público y músicos, el concierto podría haber sido totalmente distinto.En contra de lo previsto no hubo grupo telonero, como viene siendo habitual en sus giras, y el horario que indicaban las entradas no se cumplió. El montaje escénico, tan austero como la imagen de la banda, se limitó al movimiento de cuatro paneles rectangulares, sobre los que se proyectaban imágenes psicodélicas, en la parte posterior del escenario.

Fue el concierto irregular y frío de un grupo que se siente incómodo sobre los escenarios, y que confia ciegamente en el poder de comunicación de unas canciones que resultan tan agradables como lineales.

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