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Macondo en Catamarca

El clan Saadi, de origen árabe y filiación peronista, sospechoso del crimen de una colegiala

Un crimen con rasgos aberrantes conmueve Catamarca, una provincia perdida en el noroeste argentino, que limita con Chile y La Rioja, patria chica del actual presidente de los argentinos, el peronista Carlos Menem. Hace dos meses el cadáver de una joven a punto de cumplir los 18 años fue hallado en una zanja con evidentes signos de violación y tortura. Desde entonces son cada vez más los catamarqueños que acusan al todopoderoso clan Saadi. Catamarca está más cerca de Bolivia que de Buenos Aires. La capital de la provincia, la ciudad de San Fernando del valle de Catamarca, con unos 100.000 habitantes, dista más de 1.200 kilómetros de Buenos Aires.

Los acontecimientos que viven los habitantes de esta ciudad desde el pasado 10 de septiembre, cuando en una zanja, a la vera de un camino, se encontró, horriblemente mutilado, el cadáver de la joven María Soledad Morales han hecho exclamar a más de uno: "¡Esto es Macondo!".

Para facilitar la comparación con los personajes de Cien años de soledad, la novela del escritor colombiano Gabriel García Maquez, gobiernan en Catamarca los Saadi, una familia de origen árabe y filiación peronista. Encontrar las conexiones de los Saadi por los vericuetos del poder ejecutivo, legislativo y judicial de Catamarca y en el ámbito nacional, puede resultar una taea más penosa que pintar el árbol genealógico de los Buendía en Cien años de soledad.

Los Saadi han consagrado el nepotismo como forma de gobierno en Catamarca. En 1985 el periodista Jorge Sánchez escribía en la revista Acción: "Hasta hace tres meses, en que hubo algunas renuncias, sobre 79 adultos de la familia Saadi, 78 ocupaban cargos oficiales". Las cosas lo han cambiado mucho en el iepotismo catamarqueño tras la lluerte del patriarca Vicente Saadi, acaecida el 10 de julio de 1988, cuando le faltaban nueve días para cumplir 75 años y un día después de que la elección interna del peronismo designase candidato presidencial a Menem, también provinciano del noroeste y de origen árabe, como el clan Saadi.

La muerte de Vicente, que en ese momento era gobernador de Catamarca, provocó una reforma relámpago de la Constitución provincial que permitió, tras las correspondientes elecciones, convertir al senador nacional Ramón Saadi, hijo de Vicente, en nuevo gobernador. Ganar elecciones es un juego de niños para los Saadi, en la provincia con mayor proporción de empleados públicos de toda Argentina. El clientelismo, caciquismo y temor del electorado aseguran la pervivencia del saadismo gracias sobre todo a los votos del interior de Catamarca.

Para los políticos de la oposición al saadismo, la historia de Catamarca ha cambiado desde la aparición del cadáver de María Soledad. A Elías Morales, de 45 años, empleado de obras públicas, se le quiebra la voz cuando en un café de Catamarca explica cómo reconoció el cadáver de la segunda de sus hijos: "Entré a la morgue y el cuerpo estaba sobre la mesa, muy limpio, lavado. No la reconocí por la carita, porque estaban las orejas cortadas. En el cuerpo vi como muchísimas quemaduras de cigarrillos o no sé lo que era. Me dijeron que eran picaduras de las hormigas del sitio donde la encontraron. Tenía muchos cortes y estaba irreconociile. El médico me preguntó si recordaba alguna cicatriz o un lunar y la reconocí por una verruga en la mano izquierda".

Con frialdad, relata el padre que el médico le dijo que en la vagina de María Soledad habían encontrado una cantidad de semen que indica que por lo menos tres individuos eyacularon. La autopsia es secreto de sumario y Catamarca se convirtió en un mar de rumores, amenazas, sospechas y protestas populares, que reclaman el descubrimiento de los asesinos de María Soledad.

María Soledad murió entre 30 y 40 horas antes de su hallazgo. El estómago de la joven estaba vacío. Esto indica que la chica, desaparecida en la madrugada del sábado y encontrada el lunes, estuvo viva varias horas en manos de sus presuntos violadores y asesinos.

El crimen fue "Ia gota que colmó el vaso", según frase repetida por muchos en los cafés de la capital catamarqueña. Una monja de 49 años, Marta Pelloni, carmelita misionera teresiana, rectora del colegio al que asistía Soledad, se convirtió en portavoz de un pueblo y organizó las marchas del silencio, para reclamar justicia y que se aclare el crimen. El pasado jueves se celebró la octava marcha y miles de catamarqueños inundaron la plaza de la capital. El fenómeno es insólito en la provincia, donde sólo se conocían concentraciones semejantes con ocasión de las procesiones de la Virgen del Valle, patrona de la provincia y las organizadas por el poder, realizadas muchas veces bajo la amenaza de perder el puesto de trabajo.

"El cordero inmolado"

Para la hermana Marta, Soledad "es el cordero inmolado". En su despacho del colegio la monja afirma que el crimen se ha convertido en "una cuestión política. Es el reclamo de justicia de un pueblo sobre crímenes no esclarecidos, robos, extorsiones, droga y prostitución". La monja puso en marcha las movilizaciones populares, que crecieron hasta convertirse, de hecho, en un desafío al poder.La investigación del crimen ha sido un desastre por parte de la policía y la justicia encargada del caso. Momentos después de ser encontrado el cadáver, decenas de curiosos pisoteaban la zona, que no se acordonó. Las primeras pistas condujeron a un joven casado, que mantenía, al parecer, relaciones con la chica. Este joven y su esposa han sido detenidos ya dos veces y puestos en libertad. El joven confesó, en privado, que la policía le maltrató y trató por todos los medios de que se confesara autor del crimen. Además denunció que alguien había tratado de atropellarle con un coche. También asegura que le sigue el padre de la chica muerta.

El rumor popular empezó a acusar a familiares de políticos y funcionarios próximos a los Saadi como posibles autores del crimen. Una ola de denuncias y lla madas anónimas obligó a un diputado nacional catamarqueño a salir en defensa de su hijo inculpado por la voz popular. La familia publicó en el diario los extractos de la tarjeta de crédito para demostrar que el joven había pasado en Buenos Aires los tres días anteriores al crimen. La coartada parece sólida, pero quedó al descubierto que el joven estudiante de Derecho en Buenos Aires y que trabaja en la biblioteca del Congreso Nacional puede gastarse en tres días el sueldo de dos maestros. El dedo de la acusación popular apunta también al hijo del odiado jefe de policía y a unos sobrinos del alcalde. Parece como si el crimen hubiese desencadenado la ira contenida durante años contra el nepotismo de los Saadi. Se palpa en Catamarca el deseo de encontrar un criminal que proceda del ámbito del poder. Todo parece indicar, dos meses después de aparecido el cadáver de Soledad, que, aunque se aclare el crimen, la opinión pública sólo quedará satisfecha si los criminales salen de la oligarquía dominante.

El lugar donde apareció el cadáver se ha convertido en centro de peregrinación. Una lápida advierte: "¡Alto, caminante, lloremos, hermanos! Todos en ella pusimos nuestras manos". Ya han aparecido cintas con frases como "María Soledad, gracias por tus favores", "mártir de los estudiantes" o "gracias por darme la casa".

La iglesia local apoya las marchas del silencio y el obispo ha denunciado públicamente el nepotismo. Numerosos aficionados llenan de poemas a la joven en los diarios locales. El Ancasti llegó a publicar hasta dos páginas completas de poemas a la chica. Para aumentar la confusión en Catamarca, el pasado 30 de octubre desapareció de la iglesia de San Francisco, donde se veneraba bajo una campana de cristal, el corazón de fray Mamerto de Esquiú, un ilustre franciscano que el siglo pasado se convirtio en procer patrio con un discurso en favor de la Constitución argentina.

Durante una semana, todos se devanaban los sesos para encontrar una explicación al robo sacrílego del corazón del fraile que está en vías de beatificación. Los malintencionados lo atribulan a una maniobra del poder para distraer la atención del pueblo. Interpretaciones más retorcidas atribuían el hecho a una maniobra para deteriorar todavía más la imagen de los gobernantes.

Víscera cardiaca

El pasado miércoles, a primera hora de la mañana, víspera de la octava marcha del silencio, la víscera cardíaca de fray Mamerto apareció en el tejado del colegio de los franciscanos. Las campanas de Catamarca repicaron de júbilo en todas las iglesias y en la catedral.En la noche el corazón de fray Mamerto se llevó en procesión desde la iglesia de San Francisco a la catedral. Detrás del corazón iba el gobernador Saadi y su madre con un traje rosa. Por las calles de Catamarca la procesión, con el corazón en medio, dentro de una urna de cristal, entonaba: "Oh, María, madre mía; oh, consuelo del mortal. Amparadme, y guiadme a la patria celestial".

Tan sólo 24 horas más tarde varios miles de catamarqueños inundaron de nuevo la plaza frente a la catedral rojiza, pegada al blanco palacio de Gobierno, y pedían justicia en silencio. En el palacio de Gobierno altos funcionarios esperan que, con la llegada del verano y las vacaciones, el calor asfixie el ímpetu de los manifestantes y que las marchas se diluyan. La oposición al saadismo confía en sacar tajada política y piensa que todo este movimiento es el principio del fin de una dominación de cuatro décadas.

No faltan los que ven en las repercusiones políticas del caso Morales una maniobra para acabar con las aspiraciones del gobernador Ramón Saadi de representar un papel político en el ámbito nacional.

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