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Tribuna:EL ASFALTO
Tribuna
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177 almas

Juan Cruz

Las, 177 almas que durante los últimos meses han dormido bajo el puente de la plaza de España no hubieran tenido es destino si hubieran sido perros pero son negros. Lo dice uno de ellos y lo corroboran todos. "Si hubiéramos sido perros nos hubieran recogido caritativamente, nos hubieran dado deco mer, se hubieran apiadado de nosotros".Ayer, se daban los buenos días en la lengua más común, el inglés, y desconfiaban de la prensa como alma que lleva el diablo. Están acostumbrados a que ..a policía les interrumpa el paseo pidiéndoles papeles "siempre papeles, la policía sólo pide papeles". Dan sus nombres, pero tienen la certeza de que cualquier movimiento puede perjudicarles y piden que se les llame X o que se deje en blanco su identidad.

Son jóvenes refugiados políticos, Uno fue secretario de una organización política en Ghana, el otro escapó de Liberia, "porque allí matan a la gente", el de más allá es un nigeriano que se encuentra en la plaza de España "como en un campo de concentración". "Nos dejan pasear por Madrid, pero cuando salimos de este recinto la policía nos acosa con todo tipo de cuestiones: que si tenemos permiso, que si no lo tenemos, que adónde vamos". Son refugiados, pero están convencidos de que si no fueran negros no estarían sufriendo este problema: ni casa, ni comida, ni dinero.

Cartilla de comida

Uno de ellos muestra la cartilla de la comida: están registrados, bajo el sello de la entidad caritativa. que les facilita alimentación, los días en que podría acercarse a almorzar: los últimos días de octubre, hasta el 29. ¿Y noviembre? "Ya se verá". Piden a los transeúntes pero no es ése su objetivo: "Queremos trabajo, pero tampoco tenemos permiso para tra bajar". En realidad no tienen permiso para nada porque la ciudad les resulta hostil, y se nota que la hostilidad se ha ins talado a su alrededor afectándoles a ellos mismos: no quie ren hablar con periodistas, des conflian de ellos y creen, como si estuvieran en un juicio permanente, que cualquier cosa que digan irá en su contra "Fuera, fuera de aquí", nos dice uno de sus representantes cuando nos ve tomar notas.

Están acosados, y uno de ellos lo dice en inglés: "We are encaged", como si estuvieran metidos en una jaula. Ahora les han ofrecido una nave vacía y desolada al final de Méndez Álvaro. Muchos prefieren ignorarla, pero no están solos en la ignorancia: los policías que controlan el 092 frente al Museo de Ángel Nieto, en las inmediaciones de la famosa nave destinada a los negros, ignoraban el viernes que se preparara allí tal refugio.

Los españoles somos racistas, claro que sí, nos dicen todos. "No es fácil pedir, ni es fácil estar, y a la gente le cuesta estar a nuestro lado". Les ayuda alguna gente a los que ellos se muestran muy agradecidos, pero pasan tanta miseria que si la generosidad tuviera puntuación Madríd tendría ahora 0,1 sobre 10, dice uno de ellos. El Madrid abierto muestra sus verdaderas fauces, dice otro. "Ellos prefieren tener 10 perros en la plaza de España que 10 negros bajo el puente". "Es un problema de la gente: si la gente nos aceptara, al Gobierno no le quedaría más remedio que aceptarnos".

¿Y cómo es cada día de un negro refugiado en Madrid? Pregunta tan estúpida mereció una respuesta general: "Boring" (aburrido). Tienen 300 dólares al mes (unas 3.000 pesetas que les da la Cruz Roja) durante seis meses. "Después, nada". Con ese dinero y con la posibilidad cotidiana de que las autoridades les registren no tienen otro remedio que quedarse sin hacer nada en la plaza de España. No lo han elegido: "hemos sido encajonados aquí, obligados a pedirte dinero".

Gestos

De vez en cuando surgen gestos que les emocionan: hace unos días un particular madrileño les ha dejado un edificio cerca de la plaza de España. Los representantes de los refugiados no quisieron mucha propaganda ("No queremos ver periodistas por aquí") porque en torno a este problema se siente el ruido de los vidrios del racismo español, "una hipocresía increíbles, un sentimiento de discriminación muy hondo porque no han hecho nada por nosotros". Así que están rehabilitando en silencio la casa, prefieren ocultarla al público de momento y el martes lo van a contar todo en los periódicos. Nosotros fuimos ayer a ver la casa, pero no fuimos bienvenidos. "Ustedes no tienen nada que hacer aquí".

Algunos han estado hasta dos meses bajo el puente. Si no hubiera habido este gesto de generosidad particular (en la casa prestada cabrían todos los refugiados, de momento), los negros estarían condenados a vivir siempre en tomo a un puente, porque la nave vacía que pretende habilitarles el Ayuntamiento al final de Méndez Alvaro está también rodeada de puentes y de una desolación extrema, como si fuera otro campo de concentración. "Nosotros nos queremos vivir en guetos, sino como seres humanos que viven el problema de haberse visto obligados a huir de sus países".

Si no fueran negros..

El puente nos les ha ayudado; "no hay casa, no hay amigos, no hay posibilidad de hacerlos". La casa es un alivio. Van y vienen y parecen tener un domicilio más o menos cierto, un lugar, acaso, para recibir cartas que a los puentes no pueden llegar. Una preocupación les asoma: "Ya han empezado a aparecer eslóganes racistas: 'Negros a casa, negros fuera de Madrid". Madrid los expulsa tácitamente y los lleva de un lado a otro exactamente como si fueran negros. Acaso atribuyen a la barrera del idioma la impo.sibilídad de hacer amigos españoles y andan un poco extrañados de que lána ciudad que se dice hospitalaria se les presente con tanta cancela. Cada movimiento que hacen resulta para los que habitan a su alrededor motivo suficiente para llamar a la policía: "Que aquí hay negros". Al menos junto a la plaza de España se sienten en medio de una ciudad: la nave desolada de Méndez Álvaro parece un destierro del que no hablan como para alejar la amenaza. Ayer los jóvenes negros que preferían mantener en blanco su identidad sólo tenían clara una cosa: "Si no fuéramos negros...".

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