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Se mantiene el tradicional equilibrio de poder entre el Legislativo y el Ejecutivo en EE UU

Las elecciones legislativas, estatales y municipales del martes en EE UU han cambiado poco el mapa político, a pesar del ligero avance registrado por los demócratas en las dos Cámaras del Congreso de Washington. El equilibrio de poder entre un Ejecutivo en manos de un presidente republicano y un Congreso dominado por la oposición demócrata ha quedado afianzado, demostrando la vigencia de pensamiento de los fundadores de la República, articulado hace más de 200 años en la Constitución con la pretensión de que ninguna institución domine a la otra.

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Los demócratas, naturalmente, se han apresurado a manifestar que el resultado de la votación constituye, en palabras del presidente del partido, Ron Brown, "un voto de no confianza" en el presidente George Bush. Sin embargo, los números no avalan esa afirmación. El partido de la oposición ha conseguido arrancar un escaño a los republicanos en el Senado, donde la distribución final ha quedado fijada en 56 escaños para los demócratas y 44 para los republicanos. En la Cámara de Representantes, el ascenso demócrata ha llegado a los nueve escaños, un número no excesivo si se tiene en cuenta que desde 1945 la pérdida media de escaños en este tipo de elecciones para el partido del presidente de turno ha superado los 20 diputados.Sin embargo, las cifras son significativas desde el punto de vista de las relaciones entre la Casa Blanca y las Cámaras legislativas. Bush necesita el apoyo del Congreso para sacar adelante su programa de gobierno y la nueva composición de las Cámaras no le augura precisamente una singladura tranquila.

El presidente tendrá cada vez más difícil la posibilidad de gobernar a través del ejercicio del derecho de veto a la legislación aprobada con los votos demócratas de las Cámaras, como ha hecho en 16 ocasiones desde que tomó posesión del cargo, hace cerca de dos años.

Sin embargo, el poder y el carisma de la presidencia en Estados Unidos es tal que un triunfo de Bush en algún tema exterior en el que el prestigio del país estuviera comprometido, como por ejemplo en el Golfo, haría muy difícil para los demócratas mantener una posición de oposición permanente al programa legislativo del presidente.

El prestigio personal de Bush se ha visto afectado por las derrotas sufridas por sus candidatos a gobernador en Florida y Tejas, especialmente en este último, considerado como el Estado adoptivo del presidente, pero los republicanos han compensado esas pérdidas con la ganancia de California, el Estado más populoso de la Unión, y las inesperadas de Ohío, Michigan y Massachusetts.

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La composición final de las Cámaras y las gobernadurías de los Estados ha quedado establecida de la siguiente forma: Senado, 56 demócratas y 44 republicanos; Cámara de Representantes, 267 demócratas, 167 republicanos y 1 socialista; gobernadores, 28 demócratas, 19 republicanos y 2 independientes (Arizona tiene pendiente celebrar un desempate).

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