Tintes racistas

Hoy me ha tocado vivir una situación tan triste como vergonzosa. He pasado un día entero en la comisaría del aeropuerto de Barajas. La persona a la que iba a buscar, de nacionalidad peruana, había cometido el delito de no tener billete de vuelta a su país, con lo que el suspicaz comisario decretó que venía aquí a buscar El Dorado.

Pero vayamos por orden: cuando llego a la sala de espera, me encuentro que varios ciudadanos latinoamericanos habían ido., como yo, a preguntar por qué sus parientes o amigos eran retenidos; curiosamente, el comisario sólo perdía algo de su tiempo atendiendo a los españoles; concretamente, dos ciudadanas ecuatorianas preguntaban una y otra vez por una amiga; nadie se dignaba decirles si estaba retenida; llevaban así más de cuatro horas.

Tuve la oportunidad de asistir a una de estas conversaciones; el comisario tenía demasiado trabajo, estaba demasiado ocupado expulsando a "nuestros compañeros en la maravillosa andadura de celebrar el quinto centenario". Yo, como española, sí pude hablar con él, así como otro espa-

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ñol en la misma situación. Porque sólo tengo 25 años y porque no conocí el fascismo, no puedo dejar de indignarme y avergonzarme al ver la actitud fascista y dictatorial de aquellos que tienen en sus manos y ejercen el poder con tantos tintes racistas.

Desde aquí quiero dirigirme a tantos y tantos ilegales latinoamericanos que están en España: señores, vayan ustedes a las oficinas de la organización del Quinto Centenario; seguramente allí podrán explicarles por qué separan a familias, por qué expulsan a ciudadanos que simplemente quieren trabajar... Podrán contarles muchas cosas sobre los lazos de sangre y amistad entre España y Latinoamérica.-

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