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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La dimisión de Howe

LA DIMISIÓN presentada el jueves pasado por el viceprimer ministro del Reino Unido, Geoffrey Howe, causó sorpresa por la larga fidelidad demostrada hacia Margaret Thatcher. Era el último ministro del primer Gobierno de Thatcher; de 1979, que seguía en funciones. El hecho tiene gran relevancia no sólo para los británicos, sino para todos los europeos, ya que la causa de la dimisión ha sido la negativa de la señora Thatcher a participar en la gran empresa de unidad europea que avanza con el respaláci de los otros 11 países de la CE. Negativa que en la reciente cumbre de Roma adoptó formas particularmente tajantes. La incompatibilidad de Howe con el antieuropeísmo latente de la primera ministra, que emerge cada vez que tiene que tomar posición ante las nuevas propuestas comunitarias, ha llegado al punto de la ruptura.Esta dimisión se suma, en los últimos tiempos, a otras de algunos de los políticos conservadores más brillantes de lo que fue el equípo de Thatcher. Es el caso del ex ministro de Hacienda Nigel Lawson por una razón semejante a la de Howe. Lawson, partidario de la entrada de la libra esterlina en la serpiente monetaria europea, fue eliminado del Gobierno por la oposición de Margaret Thatcher al proyecto. Meses después tuvo que cambiar e integrar la libra en el sistema de las monedas europeas.

Ahora parece repetir el mismo error, pero con un problema de mayor entidad. En Roma se ha opuesto a la unidad monetaria, la que a partir de 1994 nos llevará a una moneda única y a un banco central de Europa. Es obvío que cuando esa unidad se materialice el Reino Unido no podrá quedar al margen. La estrechez mental de la líder conservadora la convierte en el garbanzo negro de un proceso europeo cuya necesidad histórica se impone por los hechos mismos. Si en una primera etapa su insularismo tuvo el apoyo de un gran sector de la sociedad británica, hoy su anacronismo le cuesta un descenso en su autoridad política. El thatcherismo está pasando por su peor momento, con un preocupante telón de fondo económico: la inflación al 11% y el paro en aumento.

La dimisión de Howe, que no puede interpretarse como una decisión puramente personal sino que responde al pensamiento de un sector del partido conservador, repercutirá en la política interior. Los sondeos otorgan a los laboristas una ventaja de 16 puntos, y muchos la atribuyen al desprestigio de Margaret Thatcher. Los laboristas aprovecharán la evidente división del partido en el poder para insistir en la petición de elecciones anticipadas. En las filas conservadoras, las repercusiones no se harán esperar: un sector creciente, inclinado a un europeísmo sensato, aspirará a promocionar a una figura nueva, susceptible de encabezar a los tories en las futuras elecciones.

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La dimisión de Howe supone para los europeos comprobar que Margaret Thatcher se atrinchera en su actitud y que en la sociedad británica crecen las corrientes partidarias de una política europea. La posición de Thatcher es cada vez menos representativa. Es un mensaje de esperanza para Europa. La fórmula del once frente a uno no puede tener una vida muy larga.

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