'Yudú', del chino Sang Yimú, gana la Espiga de Oro
El excepcional melodrama chino Yudú, de Sang Vimú, que participó en la 90º edición del Festival de Cannes sin pena ni gloria, se alzó con toda justicia ayer con el máximo galardón que otorgó el jurado internacional de la 35ª edición de la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci), la Espiga de Oro.
La Espiga de Plata recayó en el filme neozelandés Un ángel a mi mesa, de Jane Campion, cuya protagonista, Kerry Fox, obtuvo el premio a la mejor actriz. El actor premiado fue Dirk Bogarde por su papel en Daddy nostalgie, pero el gran triunfador individual del certamen fue el soviético Vitali Kanevski, que obtuvo no sólo el premio al mejor director, sino también a la mejor ópera prima por Quieto, muere, resucita. La decisión del jurado, compuesto por la actriz israelí Gila Almagor, la historiadora rumana Manuela Cernat, la productora sueca Katinka Farago, el crítico inglés Derek Malcolm, el realizador español Basilio Martín Patino, el periodista argentino Carlos Morelli y el realizador alemán Christian Wagner, fue unánimemente bien aceptada. En cualquier caso, y en una apreciación no demasiado frecuente en un jurado cinematográfico, el de la presente edición de Seminci felicitó al festival por la excelente selección, "que hizo difícil el veredicto final". La palabra que mejor resume el palmarés es sensatez, por cuanto no hay apenas resquicios para la polémica: lo mejor que se ha visto aquí está en él reflejado.Que Judou es la mejor película está lejos de toda duda. La sensible aproximación de Jane Campion a la vida de la escritora Janet Frame resulta también una apuesta sugerente, aunque lejos del rigor y los logros del filme chino. El premio a Kerry Fox, protagonista del filme neozelandés, no admite tampoco excesivas discusiones, aunque probablemente resultara arduo el dilucidar su nombre del trío que formaban también la china Gong Li y una Jane Birkin sencillamente espléndida.
No tuvo problemas su compañero Dirk Bogarde para alzarse con el premio a la mejor interpretación masculina, por su maestría en la composición de su personaje en Daddy nostalgie.
El gran triunfador individual fue el veterano soviético Vitall Kanevski, que terminó su primer filme, este Quieto, muere, resucita, con nada menos que 55 años. Su dirección, sensible y valiente, y el contenido de su filme, una dura denuncia de las condiciones de vida en la URSS de los cuarenta, han interesado a jurado y crítica.
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