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GENTE

Georges González-Gris

Único hijo del pintor cubista Juan Gris

Georges González-Gris ha seguido los pasos de su padre -el maestro del cubismo Juan Gris- en el mundo de la pintura, aunque por derroteros que él mismo reconoce como una suerte de prostitución con respecto a la obra del gran pintor madrileño: como químico, ha trabajado en el desarrollo de pinturas para barcos, aviones y automóviles. González-Gris, de 81 años, único hijo del pintor, nacido en París poco tiempo después de que Juan Gris se trasladara definitivamente a la ciudad que le vio nacer como maestro del cubismo, ha estado en Valencia para asistir a la inauguración, el pasado martes, de una exposición de dibujos de su padre en el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM).Dice que ser hijo de Juan Gris ha supuesto mucho para él. "Es maravilloso", señala convencido, pero añade: "Y al mismo tiempo ha significado poco, porque nunca quise abusar de esta ventaja; cuando voy a los museos me gusta no decir que soy el hijo de Juan Gris". Y en cierta manera se disculpa cuando comenta su decisión de añadir a su primer apellido el nombre artístico del maestro del cubismo: "Lo hice hace sólo 20 años", señala, y lo explica como un intento de perpetuar a su padre y como "una suerte de homenaje". "Mientras que no supe si era capaz de hacer algo por mí mismo, no quería tener su nombre", añade.

Gran conocedor de la obra de Juan Gris, este químico de profesión aprendió a su lado todo lo que sabe de pintura. "Era muy interesante ir a los museos con mi padre", asegura con acento francés, "porque me explicaba los cuadros como si los hubiera pintado él, los recreaba para mí; así hice mucho progresos en la pintura".

Alejado de Juan Gris, que permaneció en Francia mientras que él fue enviado a los dos años de edad a vivir en Madrid con una hermana y un hermano del pintor, Georges González Gris trasladó su residencia a París en 1926. Su padre moriría un año más tarde. Esos meses fueron especialmente importantes para el hijo del artista. "Yo preparaba la entrada en el instituto de Química", recuerda, "y él me ayudaba en geometría; él seguía pintando y yo estudiaba a su lado".

Y habla de él casi con veneración: "Él me abrió las puertas del mundo a todos los puntos de vista, me lo enseñó todo. Me hizo ganar mucho tiempo porque cuando volví de España yo era muy cerrado e introvertido".

Ello no le impide asegurar que él fue el único error de su padre. "Él no me lo dijo así cuando le conocí, desde luego que no, pero antes sí, en un dibujo en el que aparece un niño, en un elefante; es un dibujo satírico alusivo a la llegada de alguien que lo puede romper todo".

Apenas tiene unos cuadros de Juan Gris en su casa. "En herencia sólo tuve varios dibujos [ahora expuestos en el IVAM] y un cuadro pequeño que fue mi regalo cuando cumplí los 18 años y que yo vi pintar". Aparte, tiene un cuadro que compró en 1975, "ya muy caro", dice.

A la muerte de su padre, en el estudio quedaron algunos cuadros sin firmar. El marchante Kahnweiler, buen amigo de Juan Gris y tutor de su hijo, se quedó con las obras. "Fue una reserva con la que pagó mis estudios de química", afirma González-Gris, que ahora, retirado de su profesión, vive en París. Está dedicado casi por completo al estudio de la obra del artista, viaja a todos los sitios donde se programan exposiciones de su obra y mantiene una "guerra contra los falsos cuadros de Gris que aparecen".

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