Aceite
Expertos en dietética denuncian que en España se come mal por copiar las dietas de países desarrollados donde, precisamente, han advertido hace mucho tiempo que producen colesterol, incrementando el riesgo de enfermedades cardiovasculares. No todos los españoles comen mal en este sentido y quizá no sean ni la mayoría, que nunca ha abandonado la dieta mediterránea, entre cuyos elementos esenciales figura el aceite.Algunos españoles viven pendientes de las modas y se apuntan a un bombardeo. Cuando la Real Academia de la Lengua autorizó escribir septiembre sin la p, al día siguiente ya estaban miles de ciudadanos redactando cartas, oficios, circulares, convocatorias, con cualquier excusa, para poder escribir setiembre, aunque fuera mayo. Con las dietas alimenticias ocurrió lo mismo, y en cuanto el colonialismo cultural de los países desarrollados divulgó la suya, mucha gente empezó a ponerse morada de mantequilla y hamburguesas. El aceite de oliva ni lo cataban. Se arrepentirán por ello, pues el aceite de oliva tiene propiedades culinarias, alimenticias, curativas y vengativas insustituibles. Mejor aún si es virgen, y dependerá del gusto de cada cual su acidez o su origen Siurana, Borges, Blanques o Baena, se pone por caso.
Las cualidades culinarias y afimenticias del aceite de oliva virgen han sido ponderadas suficientemente y no parece necesario insistir en ellas. Las curativas, en cambio, se conocen menos. Por ejemplo, tomado crudo y en ayunas limpia todo el laboratorio del organismo, hasta sus más intrincados recovecos. Un servidor lo recomienda a los amigos para combatir la maldita gripe que nos asola, y a los enemigos no se lo recomienda: que se fastidien. A los enemigos, lo que procede es echarles un buen chorro de aceite de oliva virgen por el cogote y llenarlos de lamparones, para tomarse cumplida venganza. Además, los enemigos bañados en aceite se suavizan mucho, y ésa es otra de sus características más apreciadas.
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