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Nueva York, pobreza entre rascacielos

La capital del capital registra 115 mendigos por kilómetro cuadrado

Mireia Sentís

La oficina del censo de EE UU acaba de publicar su informe anual. Éste señala que actualmente existen unos 31,5 millones de pobres entre los 245 millones de habitantes del país, lo que representa el 12,8%. de su población. La definición de pobreza se ajusta cada año teniendo en cuenta el índice de precios al consumo, aplicando las variantes del tamaño de la familia y el número de hijos menores de 18 años. Robert Greensteir, director de la Oficina del Censo, ha afirmado en la presentación del informe: "La economía marcha imparable hacia una nueva recesión y, por tanto, el nivel de pobreza de nuestro país podría alcanzar unos índices no vistos desde hace un cuarto de siglo".

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La oficina del censo fijó el umbral de la pobreza para 1989 en una lista que va desde cerca de los 6.000 dólares anuales (unas 560.000 pesetas) per cápita, pasando por 12.675 dólares para una familia de cuatro miembros, hasta los 23.444 dólares para otra de nueve personas o más.En Nueva York, la capital del capital, la noticia no ha sorprendido lo más mínimo: 90.000 personas sin hogar, circulando en una superficie de unos 800 kilómetros cuadrados (115 mendigos por kilómetro cuadrado), confirman, desde hace tiempo, unas cifras que resultan, en la nación más poderosa del mundo, casi increíbles para el que no lo ha visto con ojos propios.

Junto al nacimiento de una clase a lo Dallas o Dinastía (por alguna razón han sido las series con más éxito de la década) ha habido, también, el enorme aumento de los desclasados de la sociedad.

Refugiados

Antes de los años ochenta, un trabajo fijo, aunque fuera remunerado con el salario mínimo, alcanzaba -a veces a duras penas, es verdad- para un tipo de vida digno. Hoy día, no. El alza de los alquileres ha obligado a un buen número de gente a trasladarse a las calles.

Los refugios de los desposeídos, que daban cobijo a unos mendigos que en la mayoría de los casos padecían de alguna adicción- drogas, alcohol- , no pueden hoy día hospedar a la alta demanda proveniente de madres solteras u hombres desempleados. Estos últimos, entre las edades de 20 y 40 años, forman el 90% de los desamparados de la ciudad. Muchos de ellos trabajan como pintores o electricistas a salto de mata. Otros, los más, mendigan o se dedican a recolectar, por las papeleras, las botellas y latas vacías que, devueltas a alguna tienda de alimentación, les aportarán cinco centavos cada una.

Ante esta situación, desde hace un año ha surgido un nuevo fenómeno: la organización de los propios necesitados que trabajan, a menudo, en colaboración con gente o grupos que prestan, desde fuera, su ayuda.

Así, Lorry Wynne, un ex profesor adjunto de la Universidad de Nueva York, ha abierto, con dinero de la Universidad y alguna ayuda privada, un refectorio donde alimenta a 650 personas por semana con 1.000 dólares (unas 95.000 pesetas).

Por su parte, Geneva Simmons, ex convicta, ex alcohólica y ex sin-casa, se dedica a pasearse por la ciudad informando a los mendigos de dónde pueden ir a dormir, a comer, a curarse o a buscar trabajo. Una de las zonas que patrulla más a fondo es el metro, donde se calcula que viven durante los meses más fríos que ahora comienzan unas 2.000 personas y en verano unas 800, metidas por los recovecos de detrás de las vías.

En 1988, 43 de ellas murieron aplastadas por los vagones, y la estación central de la ciudad (Gran Central Station) tiene 500 sin-casa instalados permanentemente en los bancos de espera.

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