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Cuba hacer cola por si llega algo

"Hago cola por si llega algo". La respuesta de este ama de casa que acepta sus males con resignación junto a decenas de personas ante un pequeño supermercado medio vacío resume el clima de incertidumbre y de fatalismo que domina La Habana tras las medidas de austeridad y restricción adoptadas al final del verano por el régimen de Fidel Castro.Las colas multiplican en la calle en un momento en que la revolución cubana tiene que afrontar la nueva situación mundial -el hundimiento del bloque socialista y el acercamiento soviético-norteamericano- como una ruptura en el campo económico tan fuerte como la que siguió a la victoria del castrismo en 1959.

El bloqueo norteamericano y la ruptura del cordón umbilical que unía la isla con Florida hicieron que Cuba volviese la mirada hacia la Unión Soviética para asegurar unos aprovisionamientos básicos y para sustituir una tecnología sin un mantenimiento garantizado.

Treinta años después, las revoluciones del Este de Europa y la evolución de la URSS, en plena crisis económica y social, anuncian un giro obligado de la misma envergadura. Pero esta vez sin alternativa, ya que, ¿hacia dónde podrá dirigirse Cuba para replantear intercambios comerciales y para mantener un utillaje industrial, adaptados y dependientes de una forma de cooperación que virtualmente ha dejado de existir?

Pese a su buena voluntad, el continente americano, al igual que el Tercer Mundo, está estrangulado por la deuda. China es un país amigo pero demasiado lejano. Por lo que a EEUU se refiere, la Administración norteamericana parece persuadida de que, al fin, va a poder desembarazarse del diablo Fidel Castro, sin contar con los que en la comunidad cubana de Miami están tan convencidos de vivir la víspera fúnebre del castrismo que preparan ya su futuro Gobierno y la nueva Constitución.

Nada de pensar en aflojar la presión del bloqueo sino en estrecharlo para sofocar al régimen cubano. Del lado de Fidel Castro es impensable la renuncia al socialismo o el dar marcha atrás a los principios. En estas condiciones, Cuba no puede depender de una gran potencia y no quedan más alternativas, a la espera de un nuevo golpe de teatro internacional, que la austeridad las restricciones; para eso fueron convocados los cubanos el 28 de septiembre último, para "salvar la patria, la revolución y el socialismo" por sus propios medios.

"Resistir, resistir, luchar, luchar" es el programa del líder cubano, dispuesto a hacer vivir al país, si es necesario, como en el siglo pasado. Mientras, se trazan planes para preparar al país para lo peor -lo que Fidel Castro llama "período especial en tiempos de paz", que puede llegar hasta vivir sin una gota de petróleo importado- y los síntomas de una crisis multiforme ya han aparecido.

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Envíos soviéticos

Para hacer frente a la reducción de los envíos soviéticos de petróleo -10 millones de toneladas, en lugar de las 13 previstas para 1990- el plan de economías energéticas de finales de agosto se ha traducido en colas ante las estaciones de servicio o en las paradas del autobús, y en otras medidas, menos visibles, como el hecho de que las panaderías no trabajen por la noche, o los cortes de corriente eléctrica en los hospitales, etcétera. Está anunciada la llegada de centenares de miles de bicicletas chinas que sustituirán a los autobuses, y la utilización de los bueyes como bestias de carga que sustituirán a los tractores en la agricultura.

Paralelamente, ha vuelto a implantarse el racionamiento generalizado de los productos alimenticios básicos y la venta de aparatos electrodomésticos se ha visto reducida, o bien suprimida en el caso de los frigoríficos, las lavadoras y los aparatos de aire acondicionado.

El panorama es éste: se detendrán si es necesario las fábricas y el país deberá volcarse hacia la agricultura para intentar asegurar la autosuficiencia alimentaría. Fidel Castro ha evocado incluso la posibilidad de que existan centenares de miles de parados en La Habana.

Este negro porvenir no ha suscitado, por el momento, reacciones violentas en la población. Por supuesto que las quejas y las protestas individuales aumentan, pero todo el mundo parecía esperar estas medidas y otras para el futuro, dado que no existe ninguna alternativa política al régimen.

"En parte nos encontramos ya en periodo especial", ha afirmado Fidel Castro el 2 de octubre. El comandante en jefe ha dicho que la hora no parece propicia para los debates, a veces calientes, que rodeaban la preparación del cuarto congreso del partido, lanzada a la población en el mes de junio. El líder cubano confiesa que ni siquiera él sabe cómo será el año 1991. Mientras tanto, los periodistas extranjeros hacen también cola "por si llega algo".

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