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Los países del Este quieren negociar con la URSS la compra de petróleo barato

Enric González

Los Gobiernos de Polonia, Hungría y Checoslovaquia quieren negociar un acuerdo con la URSS que les permita obtener petróleo en condiciones favorables, al menos durante este invierno, dadas las dificultades de sus economías. La Unión Soviética ha decidido exportar su petróleo y su gas, a partir del 1 de enero, a precios de mercado y cobrando en divisas convertibles. Con ello abandona definitivamente el sistema de intercambios y precios políticos vigente en el Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME) y deja en difícil situación a sus ex socios.

La iniciativa de coordinar a los tres países más industrializados del desaparecido bloque socialista (RDA al margen), para presionar más eficazmente a Moscú en la cuestión energética, partió de Checoslovaquia a primeros de mes. El fin de semana pasado estuvo a punto de celebrarse una reunión cuatripartita en Praga, pero los representantes soviéticos excusaron su asistencia a última hora alegando problemas internos. Al parecer, la URSS prefiere mantener negociaciones bilaterales y es partidaria de dejar pasar el tiempo, a sabiendas de que la llegada del invierno y la escasez energética jugarán en contra de checoslovacos, polacos y húngaros.Los tres países centroeuropeos basan su argumentación en el hecho de que sus balanzas comerciales con la URSS son positivas, es decir, han venido vendiendo a la Unión Soviética más de lo que importaban de ella. Moscú, además, se atrasa cada vez más en sus pagos exteriores, generando una deuda por la que el grupo de los tres pretende conseguir algún tipo de compensación vía precios energéticos, según explicó a este diario el ministro de Industria y Comercio húngaro, Akos Peter Bod.

"Hay que tener muy en cuenta, además", subrayó el ministro, "que la URSS tiene dirigida la mayor parte de su producción petrolera y gasista hacia nuestros países por medio de oleoductos terrestres, y carece de la infraestructura necesaria para variar sus mercados de exportación, al menos por ahora. Nos necesita pues", concluyó Akos Peter Bod, "como clientes, tanto como nosotros a la URSS como suministrador".

Akos Peter Bod admitió, sin embargo, que la situación favorable de la balanza comercial húngara frente a Moscú, al igual que la checoslovaca y la polaca, se verá "inmediatamente invertida, en cuanto debamos pagar el petróleo en dólares, incluso en el caso de que el precio final sea bastante inferior a los 40 dólares por barril a que ha llegado el mercado internacional".

Los productos que tradicionalmente han exportado estos tres países centroeuropeos resultan muy poco competitivos en un mercado libre. La industria pesada polaca y checoslovaca no puede hacer frente a los productos japoneses, surcoreanos y norteamericanos. La electrónica y los textiles húngaros (los dos sectores que, junto a la alimentación, le correspondieron en la división internacional de la producción dentro del CAME) tampoco pueden hacer frente a la competencia asiática, que ya ha empezado a suministrar a la URSS a través de los puertos del Pacífico.

Moscú ha anunciado a sus antiguos socios del CAME que, "por el momento", dejaría de firmar con ellos nuevos contratos comerciales y desde el 1 de enero se limitaría a cumplir los acuerdos ya establecidos, "siempre que la transacción se efectúe en divisas convertibles", según fuentes oficiales húngaras.

El año pasado, Hungría obtuvo un superávit comercial frente a la URSS de casi 1.000 millones de dólares (algo menos de 100.000 millones de pesetas). Moscú adeuda, sin embargo, gran parte del precio de los productos húngaros adquiridos entre 1989 y 1990, y la forma de pago (en especie, rublos convertibles o dólares) no ha sido aún establecida a causa del abrupto hundimiento del CAME. "Si la URSS nos pagara pronto y en dólares experimentaríamos un gran alivio económico. Si no, Hungría entera se estremecerá y el invierno será muy duro", dijo el ministro húngaro.

Para finales de este año la producción global del país habrá disminuido, según las actuales estimaciones, en un 10% respecto al año pasado y 1991 se presenta aún más recesivo, debido a la desfavorable coyuntura económica internacional y, sobre todo, a la necesidad de iniciar una drástica reconversión industrial especialmente en la minería y el sector textil".

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