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Crítica:LÍRICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un atleta con frac

Los rockeros ya están avezados al macro recital, lo han vivido muchas veces; para los líricos, sin embargo, un acontecimiento como el del recital monstruo de Luciano Pavarotti en el Palau Sant Jordi constituía una total novedad, y así, en un ambiente que recordaba el de las galas operísticas de la Arena di Verona, convivieron, no siempre en armonía -hubo sonoros abucheos desde las gradas a los rezagados de platea- el bocadillo de tortilla traído de casa, arriba, con el vestido de noche de gran lujo, abajo.Además, compartiendo el protagonismo con Pavarotti estaba el nuevo Palau Sant Jordi, que despertó la admiración general, por su belleza, audacia arquitectónica, comodidad y una calidad acústica -el ingeniero de sonido de Pavarotti tuvo bastante que ver en ello- que, con algunas excepciones, como la de las localidades situadas al lado ¿el escenario, no igualaba la de una buena sala de conciertos pero era magnífica para un edificio de estas características.La actuación de Luciano Pavarotti no puede ni debe ser enjuiciada con los parámetros que habitualmente se aplican a los recitales líricos; no se dio, por ejemplo, ni la intensa concentración ni aquel estado mágico de comunión espiritual con el artista que a veces se da en estos casos, pero se vivieron a cambio emociones nuevas y diferentes, algunas bastante divertidas: los agudos de vértigo del tenor, por ejemplo, se aplaudían y comentaban festivamente y eran celebrados más como un gol desde fuera del área que como una proeza estrictamente vocal. De hecho, Pavarotti fue vivido y gozado como si fuera un atleta de la voz. Un atleta con frac.

Luciano Pavarotti

Luciano Pavarotti, tenor. Andrea Grimínelli, flauta. Orquestra Ciutat de Barcelona. Leone Magiera, director. Obras de Donizetti, Mozart, Verdi, Massenet, Puccini, Leoncavallo, Mascagni, Sibella y Denza. Palau Sant Jordi. Barcelona, 29 de septiembre.

Control

Muy bien acompañado por la Orquestra Ciutat de Barcelona, Pavarotti ofreció uno de sus recitales habituales, un buen recital. El programa, árias operísticas de mucho brillo y canciones italianas alternando con piezas instrumentales que permitían descansar al tenor, era consistente, amplio y ordenado.En un estado vocal que parecia optimo -cantando con micrófonos y amplificación no es fácil pronunciarse al respecto- "il maestro" llevó su actuación con gran seguridad y control de la situación. Poco a poco fue calentando el ambiente con Donizettis de calidad, Una furtiva lágrima, entre ellos, y un poco de Verdi y Massenet. Inició la segunda parte metiéndose el auditorio en el bolsillo con Puccinis clásicos, Recondita armonia y E lucevan le stelle, le elevó el nivel de adrenalina tragico-dramática al público con Leoncavallo, Vesti la giubba, y lo puso a punto de caramelo con Mascagni, Sibella y Denza.

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