González quiere impulsar una cumbre de presidentes latinoamericanos

El presidente Felipe González intentó impulsar ayer la institucionalización de las relaciones entre España y Latinoamérica en las cuatro entrevistas que mantuvo con otros tantos jefes de Estado de ese subcontinente -Brasil, Argentina, Venezuela y México- instándoles a que acudan en 1992 a una cumbre en Madrid no sólo para celebrar el V Centenario del descubrimiento, sino para debatir, a partir de entonces y con periodicidad anual, los problemas que les afectan.

Si se exceptúa la cita con el primer ministro italiano, Giulio Andreotti, la primera jornada de estancia del jefe del Gobierno en Nueva York tuvo un marcado carácter latinoamericano con reuniones, además de con los mencionados jefes de Estado, con el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Enrique Iglesias, y con el secretario general de la ONU, el peruano Javier Pérez de Cuellar.Los interlocutores latinoamericanos de González -hoy se entrevistará con el presidente de Chile- parecen cada vez más proclives a acudir a la cumbre madrileña. Tres emisarios suyos -Luis Yánez Inocencio Arias y Yago Pico de Coana- entregaron este mes en capitales latinoamericanas y en Lisboa una carta de González lanzando la idea. El Rey escribirá en breve otra misiva en el mismo sentido.

México, el país hasta ahora más reacio, ha aceptado sumarse a la iniciativa pero ha expresado el deseo de que la primera cumbre sea el año próximo en su capital federal. "Es mejor que empiecen ellos", afirmó el ministro Francisco Fernández Ordóñez.

Andreotti, que preside actualmente la CE, expuso su propuesta sobre el reparto de las sedes comunitarias que la cumbre europea de Dublín le encargó elaborar. La Agencia Europea de Medio Ambiente revierte a Ispra (Italia) en lugar de Madrid donde sugiere instalar la Oficina de Marcas, una institución que daría menos prestigio pero más dinero a la capital española.

González, a lo largo de la hora de conversación con Andreotti, resaltó la iniciativa de Solchaga de retrasar la unión económica y monetaria de los Doce, que ha suscitado una reacción disgustada entre los Estados más europeístas.