Norteamérica, una sociedad en litigio
Abogados sin escrúpulos se aprovechan de sus clientes induciéndoles a iniciar todo tipo de pleitos
En Estados Unidos, los chistes que ponen a los abogados de vuelta y media son interminables. "Era un día tan frío en Nueva York que hasta se veían abogados con las manos en sus propios bolsillos". O bien, un hombre pregunta a su abogado cuáles son sus honorarios: "50 dólares cada tres preguntas". "¿Y no es muy caro?". "Sí", contesta el abogado; "¿cuál es su última pregunta?". La abogacía ha caído en total desgracia. Ciertos defensores de la ley se aprovechan del cliente tanto pidiendo honorarios desproporcionados como arreglándoselas para que sus gestiones se hagan interminables.
Los norteamericanos ponen pleitos a diestra y siniestra. Es dificil dar con alguien que no esté metido en alguna querella: compañías de aviación contra compañías de seguros, pasajeros contra compañías aéreas, famosos contra sus parejas, un padre contra el colegio de su hijo por no haber visto que éste iba cayendo en un problema de alcoholismo, prisioneros contra su cárcel porque les prohíben tener un ordenador en la celda, clientes contra el restaurante donde resbalaron, familiares de enterrados contra un cementerio mal atendido... Y así un largo etcétera.Artículos, manuales y estudios sobre, contra y a favor de la abogacía proliferan en el país. Numerosos periódicos tienen su sección fija sobre el tema y en los suplementos de literatura el litigio es tan frecuente como la ficción. Sol Stein, un conocido escritor que atribuye el cierre de su editorial y su ruina personal a los abogados que empleó para sacarle -según sus palabras- de unos apuros pasajeros, ha publicado un libro (Una fiesta para los abogados) cuyo tema es la pesadilla burocrática por la que ha pasado. Con detalles de los trucos y mentiras utilizados por los abogados, Stein revela la corrupción a la cual el autor considera ha llegado una profesión que en vez de resolver problemas los complica para así obtener un sustancioso provecho. "El libro es algo naïf', comenta un letrado. "Todo el mundo sabe que el trabajo de un abogado en el sistema de adversarios es ser agresivo, presentar los hechos de una forma parcial, provocar al oponente y, si es necesario, arruinarlo".
La ética de una profesión
"No creo que el público sea objetivo", dice Andy Rooney, un comentarista de televisión. "Tenemos la impresión de que el mundo es un infierno por un 10% que ahí quiere llevarnos. Los prejuicios provienen de una minoría ruidosa". En efecto, no todo el mundo se queja de los abogados. Un creciente número de ellos presta servicios a una asociación llamada Ayuda a los Pobres. Por otra parte, si es más común hoy día que la gente tenga su abogado que su psiquiatra es porque nose concibe la vida sin un constante ataque y defensa."Para empezar", explica Eric Fleischmann, un joven abogado salido de Yale que abandonó el ejercicio de la profesión, "hay que comprender que existen dos tipos de abogados: el especialista en litigios y el especialista en los asuntos civiles. El trabajo del primero es ser peleón y buscar tres pies al gato. El del segundo es aconsejar al cliente para que éste ahorre tiempo y dinero".
El caso de Fleischmann no es infrecuente: muchos brillantes abogados abandonan la carrera por desencanto. "La mayoría de los que decidimos ser abogados lo hacemos pensando que es una profesión donde filosofía y ética juegan un papel importante. En vez de eso, lo que nos enseñan son trucos: esto es la ley y así se puede utilizar. Uno acaba, o bien buscándole siempre el lado malo a las cosas y con la mentalidad de que lo importante es ganar, o bien siendo un hombre de negocios". Ética y moral parecen ser asignaturas ausentes en la carrera de la abogacía. Sin embargo, un nuevo tipo de especialistas ha hecho su aparición: los consejeros en ética. Un creciente número de clientes ponen pleitos a sus abogados acusándoles de utilizar procedimientos inmorales.
El miedo de los médicos
Si la relativa facilidad con que se puede poner una querella en este país induce a pensar que el ciudadano tiene una buena arma para defender sus derechos, el caso de los pleitos médicos es un ejemplo de que no siempre es así. Actualmente los médicos estadounidenses viven con tal pánico a los pleitos que cuando se encuentran ante un caso dificil (un parto complicado es el ejemplo más común) no se quieren encargar de él. Así, el derecho del enfermo a reclamar indemnización por incompetencia profesional se vuelve, a modo de bumerán, contra él mismo.Contrariamente a la mayoría de los países europeos, donde el juez juega un importante papel en la resolución de los casos, en Norteamérica impera el llamado adversary system (sistema de adversarios). En este régimen legislativo el juez no interviene ni se interpone en los procedimientos más que para informar al jurado, compuesto por ciudadanos escogidos al azar, de cuál es la ley y para hacer que nadie se salga de ella. Así, el peso de la ley está en manos de los abogados, que han hecho de ello un mercado con su oferta y su demanda.
Tres cuartos de millón de abogados inscritos y más de 100.000 personas metidas en otra profesión en ascenso (con su primera escuela en Nueva York), la paralegal (prepara el trabajo de los abogados), no pueden esperar un trabajo sentados. Su búsqueda es activa; han de demostrar al posible cliente las ventajas que éste podría sacar si se decidiese a poner un pleito por tal o cual razón. El mejor abogado es el que ve más problemas y el que sabe hacerlos aparentar más graves.
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