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Certificado de mansedumbre con banderillas negras

Fernández /Litri, Camino, Aparicio

Cuatro toros de Atanasio Fernández, romos y blandos; 42 de Javier Oshorne Domecq, astifino y soso, 52 de hermanos Santamaría, manso de solemnidad, condenado a banderillas negras. Litri: dos pinchazos y estocada corta baja (pitos); pinchazo bajo, estocada corta y rueda de peones (divísión de opiniones). Rafi Camino: pinchazo, estocada corta y rueda de peones (silencio); estocada corta contraria y pinchazo (saludos). Julio Aparicio: pinchazo, estocada baja y rueda de peones (oreja); cuatro pinchazos -aviso- y estocada corta baja (aplausos). Plaza de La Glorieta, 17 de septiembre. Sexta corrida de feria. Casi lleno.

Los méritos se condecoran, lo sobresaliente se distingue; así debe ser para que las cosas queden en su sitio. Por consiguiente, la preclara mansedumbre, los boyancones de libro, las mulas testarudas y demás compañeros mártires, deben irse para el otro barrio con la escarapela que certifice sus indudables virtudes. Es decir, con las banderillas negras.

Aquí se han perdido, en esta misma plaza y en esta misma feria (no viene a cuento hablar de otras), ocasiones pintiparadas para consignar la brillantez de algunos asnos prudentemente astados, que pretendían hacerse pasar por toros, con el consentimiento de todos los implicados en el negocio. Lo pasado, pasado está y no vale la pena meneallo.

Bueno está, sin duda, que una vez aprendido en qué rinconcillo están las negras, y una vez que el pañuelico rojo ha salido a relucir, se tengan en cuenta ambos descubrimientos por lo que fuera menester; en esta ocasión fue con el mulo asustado, enloquecido y como toreado de los hermanos Santamaría (antes Lisardo Sánchez, cuyo hierro lucía). Mañana ... ; mañana será otro día.

Sólo un toro en puntas

Los toros de los herederos de Atanasio Fernández, sin cara; cabeza hasta pobre, que para pedir limosna estaba; romas, penosas e indignantes. No sorprendentes. Aquí, en todas las corridas de toros hasta el momento, un solo toro en puntas: el sobrero de Osborne Domecq, seguramente por la confianza de que no fuese necesario. Poca fuerza también en los de Campocerrado; muy poca: debemos hablar de invalidez. El sexto fue noble, pero sin fuerza, sin nervio, sin respeto por delante, ¿cabe hablar de toros?

Litri, a quien llamaron novillero, cumplió sencillamente, mostrándose encimista en el cuarto. Camino, tesonero en el segundo, estuvo valiente y breve en el sobrero.

Aparicio, que podría ser el heredero de los que están a punto de irse, con momento verdaderamente luminosos y admirables por su naturalidad.

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