El aplazamiento de la unión monetaria persigue evitar "costes insoportables", según Economía
La propuesta española de aplazamiento de la unión monetaria ha provocado cierto malestar entre los países miembros de la CE. Fuentes del Ministerio de Economía explican, sin embargo, que el objetivo perseguido es que "ningún país se quede al margen del proceso", además de "fijar plazos donde no los había". Se ha pretendido, pues, "tender un puente", y además evitar que la unión monetaria se lleve a cabo de forma "precipitada" y que ello produzca "costes insoportables" para algunos países.
El ministro de Economía y Hacienda, Carlos Solchaga, sorprendió al resto de sus colegas europeos el pasado fin de semana en Roma durante la reunión del Ecofin. Aunque la iniciativa de aplazar el calendario para la unión monetaria fue adelantada al Financial Times, el ministro realizó una propuesta innovadora que persigue, según explican fuentes de Economía, el acercamiento de las posturas entre los países miembros ante la próxima conferencia intergubernamental de diciembre.Se pretende, además, según el informe que sirvió de base a la propuesta, evitar una calendario muy precipitado porque ello tendría como consecuencia "un coste insoportable para alguno de los países miembros". Además, señalan las mismas fuentes, se ha perseguido "fijar plazos y compromisos donde no los había", en concreto, para la duración de la segunda fase.
El primero en sorprenderse ha sido el propio comisario europeo y padre espiritual de la Unión Monetaria y Económica, Jacques Delors que, según informó ayer la Prensa británica, había pedido explicaciones al presidente del Gobierno español, Felipe González. Fuentes del Ministerio del Portavoz del Gobierno afirmaron desconocer tal consulta y añadieron que ningún ministro europeo hace propuestas sin el respaldo de su Gobierno.
La propuesta española se basa en síntesis en fundir el modelo de unión monetaria expuesto en el informe Delors con la alternativa británica, hasta ahora considerada como una treta para retrasar el proceso hacia una moneda única. La consecuencia inicial es un retraso del ritmo de la reforma.
De entrada, la segunda fase de la unión monetaria, cuyo inicio la Comisión Europea propone para el 1 de enero de 1993 se aplazaría un año. Además, esta segunda fase hacia un banco central europeo y una moneda común, en lugar de "corta", duraría "cinco o seis años" en la versión de Solchaga. De esta forma, las verdaderas decisiones políticas para el objetivo de la moneda única sólo comenzarían a ponerse en práctica después del año 2000.
Cambio de rumbo
Las críticas de diversos representantes de la Comisión Europea parten del hecho de que España se había significado hasta ahora como uno de los más decididos partidarios en favor de la construcción europea. "Ahora parece unirse al Reino Unido y querer echar el freno", manifestó un alto funcionario.
"La propuesta de Solchaga nos ha sorprendido a todos", afirman fuentes oficiales de la representación española de la CE en Bruselas. El secretario de Estado para la CE, Pedro Solbes, reconoce que él tampoco estaba enterado, pero afirma que, "desde hace tiempo, se barajaba la idea de que introducir parte de los argumentos británicos podía ser útil". En especial, lo que se refiere al ECU fuerte, o auténtica divisa comunitaria en lugar de la actual cesta de monedas, que conviviría durante una época con las demás divisas de la CE hasta convertirse en la moneda única. El plazo de tiempo necesario no está determinado.
Solchaga anunció su propuesta justo después de la visita que la semana pasada hizo a Madrid John Major, el ministro autor del llamado Plan Alternativo británico. La propuesta española, presentada por escrito y en inglés, tuvo como efecto en la reunión del sábado provocar un compás de espera entre los Doce. El consejo informal de ministros de Finanzas había sido convocado para preparar la conferencia intergubernamental que se inaugurará el 13 de diciembre en Roma y tendrá como fin reformar los tratados de la CE para llevar a cabo la unión económica y monetaria.
Tras la propuesta de Solchaga, los ministros de Finanzas volverán a celebrar otra reunión extraordinaria, posiblemente a finales de noviembre, para intentar aunar posturas. El informe final de la Comisión Europea, aprobado el pasado 21 de agosto, en el que se recogían las posturas de los Gobiernos, de los gobernadores de los bancos centrales y del comité monetario, parece estar en entredicho.
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