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LA CRISIS DEL GOLFO

La 'psicosis' del Golfo no se apodera de los soviéticos

Mijaíl Gorbachov viajó a Helsinki dejando atrás una Unión Soviética que no vive la psicosis del Golfo. Ni la prensa ni la televisión en la URSS dedican al conflicto el espacio que se le concede en Occidente, y el drama de los rehenes retenidos en Irak no se extiende a los ciudadanos soviéticos.La radio informa que los soviéticos que permanecen en Irak tienen derecho a las mismas raciones que el bloqueo internacional impone a los iraquíes. Al escuchar cuáles son estas raciones, el soviético de la calle no puede dejar de notar que son mayores que las que él tiene en la URSS. Y de ahí a concluir que incluso hoy en Irak se vive mejor que en la URSS hay sólo un paso, que muchos dan en las conversaciones que mantienen mientras hacen cola para comprar pan, azúcar o aceite.

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Para hacerse una idea del lugar que ocupa la crisis del Golfo en la vida de los soviéticos baste decir que el pasado sábado, víspera de la cumbre de Helsinki, Pravda sólo le consagraba media página, Soviétskaya Rossía un cuarto de página y el popular diario juvenil Moskovski Komsomolets ni una sola línea. En la pequeña sección El Mundo en la órbita del Día, este último periódico, que tiene una tirada de 1.400.000 ejemplares, prefería hablar, por ejemplo, de un niño prodigio de la República de Suráfrica que a los seis años de edad se ha convertido en estudiante de piano de la Universidad de El Cabo.

"Abrir el monedero"

Al soviético de la calle, si le interesa la cumbre de Helsinki es solamente en la medida en que los norteamericanos estén dipuestos a "abrir el monedero", según una expresión rusa. La gente en la URSS está preocupada por el inminente paso a la economía de mercado, que hoy comienza a debatir el Parlamento, y las consecuencias que ello tendrá en su vida cotidiana. A Gorbachov también le preocupa el problema, y desea obtener dinero con el fin de poder saturar el mercado interno con los productos que el soviético desea. Con ello quiere evitar una explosión social y contrarrestar el descontento que surgirá por el desempleo y el descenso del nivel de vida que acarreará para parte de la población la traumática travesía hacia economía de mercado.

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