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LA CRISIS DEL GOLFO

Los saudies se preparan "para lo peor"

El príncipe Bin Faisal entiende que surjan fricciones con el Ejército de EE UU

El príncipe Abdullah Bin Faisal Bin Turki, secretario general de la Comisión Real para Jubail y Yanbu [polos de desarrollo petroquímicos], con rango de ministro del Gobierno que preside el rey Fahd, su tío, declaró ayer a EL PAÍS que no le sorprendería que existan fricciones entre el Ejército norteamericano y las autoridades saudíes, tal como indicó un diario estadounidense, pero que tales divergencias no alteran el objetivo común, que es liberar Kuwait y acabar con el poder de Sadam Husein.

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En su residencia de Yedda, capital de verano del Gobierno en la costa del mar Rojo, el príncipe Abdullah, de 39 años, explicó a este periódico que es inevitable que existan tensiones entre el Pentágono y el Ministerio de Defensa saudí, ya que la complejidad de la situación es enorme y la coordinación se hace difícil.Pero insistió en que por encima de esas especulaciones se ha de garantizar que, si finalmente el bloqueo impuesto a Irak no resulta efectivo y hay que recurrir a la solución bélica, "vamos a estar en condiciones de avanzar con las tropas hacia Kuwait".

Bin Faisal añadió que la guerra, que nadie desea, ocasionaría numerosas bajas para Arabia Saudí, país, dijo, que más sufriría sus consecuencias. El príncipe se preguntó: "¿Podemos hacer otra cosa que no sea prepararnos para lo peor?".

La posibilidad de que Israel, a quien el Gobierno norteamericano va a vender armamento por valor de 1.000 millones de dólares, se viera implicado en el conflicto, fue calificada por el príncipe de horrorosa, pues "se convertiría en un asunto judío algo que no lo es y lo estropearía todo", con el lógico resultado de un enfrentamiento entre Estados Unidos y algunos países árabes.

Según el príncipe Bin Faisal, tecnócrata formado en el Reino Unido y al que se considera progresista en este país, los uniformes militares no gustan a sus compatriotas. "Nos gusta la vida civil y, a ser posible, burguesa". El príncipe añadió que Sadam Husein calculó mal al creer que esta escasa inclinación militarista iba a impedir a los saudíes permitir que otro Ejército viniera en su ayuda. Por otra parte, el perjuicio económico del conflicto actual, añadió el príncipe, es mayor para muchos países que para Arabia Saudí.

Citó el ejemplo de España: "España salió mal parada de las crisis del petróleo en 1975 y 1981. Ahora no será distinto. He leído que el Gobierno español pronostica una inflación del 6,5%, que frenará el crecimiento económico".

El príncipe ensalzó la decisión de Felipe González de enviar una fragata, gesto que calificó de simbólico, encaminado a mejorar la defensa de la región y hacer efectivo el bloqueo.

Horas antes, el rey Fahd, custodio de las dos mezquitas, había manifestado que Sadam Husein debe retirar incondicionalmente sus tropas de Kuwait y restablecer allí el Gobierno legítimo. El rey agradeció a EE UU su "rápida respuesta a la llamada de este reino".

Ejecuciones públicas

El príncipe Abdullah Bin Faisal Bin Turki, ingeniero de profesión y partidario del aperturismo de Arabia Saudí, al mundo occidental, cree que en este reino debe seguir imponiéndose la pena de muerte, ejecutada en público, para los casos de homicidio, violación y adulterio. El año 1989 fueron ejecutadas un centenar de personas.También es partidario de que la prohibición del alcohol, cuyo consumo se castiga con pena de prisión, siga vigente.

Las mutilaciones de miembros y los azotes en público son, en su opinión, muy valiosos para disuadir al ladrón.

"Personalmente me desagrada, pero reconozco que es beneficioso para la sociedad".

La situación de la mujer, dice, cambiará lentamente. Hoy no pueden conducir vehículos y están segregadas en público. El divorcio resulta más fácil de obtener al hombre que a la mujer. "La razón más frecuente es la de malos tratos, pero también la de que el marido les exige demasiado sexo o que las priva totalmente de él".

El príncipe cree que está justificado que muchos califiquen estas conductas de hipócritas. Pero "la tradición es fuerte y hay que respetarla sin escandalizarse".

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