La crisis del Golfo permite a Irán romper su aislamiento
El conflicto del Golfo tiene ya perdedores y ganadores casi seguros. Entre los primeros, los palestinos, cuyo apoyo a Sadam Husein les enajena la simpatía que habían logrado conquistar en los mismísimos EE UU gracias a la intifada. Vencedora en todas las combinaciones, es, en cambio, la República Islámica de Irán. Los iraníes se ven cortejados por ambos bandos: Sadam les regala una victoria póstuma en la guerra que les opuso durante ocho años; EE UU alaba la moderación de su actual política.Para los musulmanes iraníes, la presencia de los marines en Arabía Saudí, el país que alberga los santos lugares de La Meca y Medina, supone un choque emocional. Pero más pesa el odio a Sadam. A nivel popular, la posibilidad de que éste reciba un severo correctivo por parte de la comunidad internacional anestesia cualquier otra reacción. La cúpula del poder teocráfico está convencida, por su parte, de que el enfrentamiento entre Irak y Occidente da a Irán una oportunidad única para salir de su aislamiento.
El primer gran premio de la crisis ha sido para Irán. Sadam ha aceptado los términos iraníes para convertir en una paz estable el alto el fuego que, en agosto de 1988, concluyó la guerra que enfrentaba al régimen laico y militarista de Bagdad con la revolución islámica del imam Jomeini.
Desde hace tres semanas, Irán e Irak intercambian prisioneros de guerra a un ritmo de entre 1.500 y 2.000 hombres al día. Los especialistas de las Naciones Unidas calculan que ya han sido repatriados casi la mitad de los 100.000 cautivos que ambos bandos tenían en el momento del cese de hostilidades. Los iraníes están dispuestos a ir más lejos y aceptar la oferta de Sadam de firmar un tratado de paz.
Sin embargo, salvo que EE UU hiriera la sensibilidad musulmana, no cabe esperar que los iraníes rompan el bloqueo económico impuesto por la ONU a Irak, y, ni mucho menos, que
tomen las armas en defensa de Sadam. Irán mantiene una postura neutral ligeramente escorada a favor, del bando de los enemigos de Sadam.
Intereses nacionales
Los dirigentes iraníes están actuando más en defensa de sus intereses nacionales y guiados por el contenido antioccidental de su ideología revolucionaria islámica. Tal actitud aduce una nueva victoria de las posiciones del pragmático presidente de la república islámica, el hoyatoleslam Rafsanyani.
Todos los especialistas en Oriente Medio están convencidos de que si Irán juega correctamente sus cartas conseguirá una notable mejora de su imagen ante los ojos de la comunidad internacional. En esa dirección, uno de los primeros pasos que los sacerdotes de Teherán deben dar es obtener de sus aliados libaneses del Hezbolá o Partido de Dios la pronta liberación de los 12 occidentales que siguen secuestrados en Beirut.
El pasado domingo, fuentes del Movimiento Islámico Libanés informaron en Beirut de la existencia de una fuerte presión iraní para obtener en las próximas semanas la liberación de todos los rehenes occidentales. En la capital libanesa se afirma que uno de los secuestrados, probablemente un británico, volverá a ver la luz del día este mismo mes. A raíz de la invasión iraquí de Kuwait, Teherán anunció su disposición a restablecer relaciones diplomáticas con el Reino Unido, rotas en marzo de 1989.
La presente crisis ha producido ya un acercamiento con Turquía, miembro de la OTAN. El conflicto del Golfo empobrece a Turquía, que pierde una de sus principales fuentes de divisas a causa del bloqueo decretado contra Irak, y enriquece a Irán, que ve su petróleo y su mercado interior revalorizados. Ankara acaba de ofrecer a Teherán una importante elevación del nivel de los intercambios comerciales.
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