Mariano Rubio justifica el ajuste por el elevado déficit exterior y porque la inflación no cede
El gobernador del Banco de España, Mariano Rubio, avaló ayer la política económica de ajuste anunciada por el Gobierno para paliar los efectos de la crisis del Golfo. Esta crisis llega "en un momento particularmente difícil" para la economía española, ya que el déficit exterior "es ya muy elevado y la inflación se resiste a ceder". Rubio anunció que las restricciones monetarias continuarán, aunque una política presupuestaria dura "deberá pasar a primer plano", acompañada de la moderación salarial. La consecuencia será un menor crecimiento económico, que se reducirá al 2'5% en 1991.
La política de ajuste anunciada el pasado viernes por el Gobierno fue respaldada ayer por el gobernador del Banco de España, Mariano Rubio, durante su intervención en la XXIII Reunión Internacional Bancaria que se celebra en Estepona (Málaga), organizada por Banesto y que fue inaugurada por su presidente, Mario Conde.Sin embargo, su análisis de las causas que motivan esta política de ajuste difieren de las expresadas por la ministra portavoz del Gobierno, Rosa Conde. Para la ministra, la necesidad de un endurecimiento de la política presupuestaria obedece exclusivamente a la crisis del Golfo y al encarecimiento del precio del petróleo, ya que las medidas de enfriamiento económico adoptadas hasta ahora han dado resultados "suficientemente satisfactorios".
Mariano Rubio resaltó, por el contrario, que la crisis del Golfo "alcanza a España en un momento particularmente difícil", ya que "el déficit por cuenta corriente es ya muy elevado y la inflación se resiste a ceder". En resumen, "los acontecimientos del Golfo no suponen sino un agravamiento de los problemas que ya teníamos planteados", según Mariano Rubio.
Además, existe otra desventaja para España, y es que "nuestra dependencia de la energía importada es relativamente alta y no ha disminuido durante estos años". Por ello, el encarecimiento de los precios del petróleo tendrá un impacto directo en el déficit exterior de la economía española. En el caso de una solución no traumática del conflicto del Golfo, el precio del barril puede situarse en una media de 25 dólares este año, para estabilizarse entre 20 y 25 dólares el año próximo; si estalla la guerra, podría dispararse hasta los 30 o 35 dólares, según Rubio.
Tipos de interés
El gobernador del Banco de España, respondiendo a preguntas de EL PAÍS, descartó que a corto plazo vaya a producirse la anunciada baja de los tipos de interés, como consecuencia de los negativos efectos económicos derivados de la crisis del Golfo. Tras afirmar que es previsible que en algunos países de Europa se produzcan aumentos en las tasas de interés, Mariano Rubio dijo que "el hecho de que suban fuera no quiere decir en modo alguno que vayan a subir en España", ya que considera que están demasiado altos.
Dependiendo de la evolución del conflicto, las estimaciones del banco emisor son que el déficit comercial aumentará en 1990 entre un 0,2% y un 0,4% del PIB, pero podría oscilar en 1991 entre.2.400 y 5.700 millones de dólares, es decir, entre un 0,7% y un 1,3% del PIB. De esta forma, el déficit por cuenta corriente se elevaría en 1990 hasta el 3,5% o 3,7% del PIB, y en 1991, hasta el 5 %.
En cuanto al impacto sobre la actividad económica en 1990 será, según Mariano Rubio, "modesto"; sin embargo, en 1991 "se podría traducir en una disminución del crecimiento real del PIB de entre 0,7 y 1,7 puntos"; es decir, "podríamos pasar de un crecimiento previsto por encima del 3% a uno más cercano al 2,5%". El impacto sobre la inflación será de entre 0,8 y 1,5 puntos.
El gobernador advirtió del peligro de "repetir" los errores de las crisis energéticas anteriores, cuando faltó decisión para adoptar las medidas adecuadas. "No debemos tropezar por segunda vez en la misma piedra, sino que debemos estar preparados para actuar pronto", señaló Mariano Rubio. Además, "nuestra posición de partida, en términos de desequilibrio exterior, es en 1990 más desfavorable que en los momentos previos a las dos crisis petrolíferas", según el gobernador.
Descartada una devaluación de la peseta para afrontar este déficit, Mariano Rubio señaló que "el saneamiento de nuestra balanza corriente hay que buscarlo en una reducción lo más rápida posible de la inflación". Para ello, una política presupuestaria "dura" pasará a primer plano y la política monetaria "deberá continuar actuando de manera restrictiva".
El máximo responsable del banco emisor anunció también la continuación de las restricciones al crédito en 1991. "Mientras la inflación sea alta y el gasto no se consiga controlar a los niveles que son deseables", dijo, "va a seguir la política crediticia restrictiva, aunque su intensidad dependerá en gran medida de la evolución de las diferentes variables económicas".
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