La alternativa del tango

Una nueva música llegada en 1914 de Argentina se instalaba en Estados Unidos. La prensa, cargada de conservadores, aseguraba que el tango -así se llamaba ese bailable ritmo- encarninaba "a los amantes de la moral y los modales sensatos hacia una práctica básicamente incitante e inmodesta que tiende a la inmoralidad y la lujuria".Malevaje, la banda del cantante Antonio Bartrina, no renuncia al placer de practicar "los deleites nauseabundos y los bailes de prostíbulo" que acompañan al tango, asimilan con pasión toda la carga dramática de este género y, para actualizarlo, lo aliñan con algunos detalles de magnífico buen gusto. Percusiones, castañuelas, teclados y alteraciones melódicas ayudan a músicos y público a divertirse y a comprender unos esquemas rítmicos ajenos al pop y al rock. Siete músicos en escena y dos bailarinas, que cambian continuamente de vestuario y coreografía, convierten a Malevaje en una alternativa con la que escapar de la monotonía de las bandas nacionales.

Si soy así, Garufa o el clásico Malevaje parecen arrancados de alguna taberna porteña; junto a estos tangos suenan, con la credibilidad y solera de las músicas para solitarios, algunas milongas y valses. Acompañan a la voz de Bartrina buenos músicos: Osvaldo Larrea domina el bandoneón; Germán y José Luis López ponen los detalles melancólicos con el violín y el violonchelo.