Carta al fiscal
El 17 de julio de 1990 tuve que asistir a un juicio en el Juzgado de Instrucción número 1 de Quart de Poblet (Valencia). Era un día caluroso, y fui con un pantalón corto y una camisa, hecho que al fiscal le molestó notablemente, al sentarme en el banquillo -no sé si el de los acusados-. El fiscal me preguntó airadamente: '¿Usted dónde trabaja?, parece que venga de la huerta".Por miedo a que me acusaran de desacato, me callé. Me gustaría decirle cuatro cosas al fiscal:
1. Me molestó, y mucho, que el juicio se celebrara 18 meses después de que ocurrieran los hechos -por llamarlos de alguna forma-. Se trataba de averiguar si yo, con una moto, di alcance a un coche, o el coche no encendió los intermitentes al girar. Total de gastos de reparación del coche, unas 16.000 pesetas; de la moto, 7.000 pesetas. Por lo que se ve, gran asunto judicial.
2. Me molestó que se me citara a las 13. 10, y el juicio se celebrara a las 14.00.
3. Me molestó el tono del fiscal, al que quisiera recordarle que sus maneras autoritarias no se llevan -o no deberían llevarse- desde el 20 de noviembre de 1975.
4. Seguramente el fiscal no sabe que es la gente como la que trabaja en la huerta, la que con sus impuestos le paga su salario. Por último, quiero recordarle al fiscal que, en verano, miles de españoles llevan pantalones cortos -el que llevaba aquel día me llegaba hasta las rodillas, no era un bañador-. Si yo no fuera un hombre corriente, también opinaría sobre la justicia (con minúsculas) en forma sirnilar a la del señor Pacheco, alcalde de Jerez.- Manuel Sesmero.
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