_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Bajo control paterno

Fernando Savater

Casi todos los medios de comunicación se hicieron eco hace semanas de la polémica habida en Italia en torno a la supresión o inclusión de publicidad durante las películas televisadas. Un notable grupo de intelectuales, encabezados por el director Federico Fellini y con el lema algo cursi de "No se interrumpe una emoción", intentaron que la nueva ley ordenadora de las televisiones italianas prohibiera la inclusión de anuncios durante las películas. El condottiero masa-mediático Berlusconi lanzó alaridos Catódicos y los viejos progres (que aprendieron su ideología por el mismo sistema de impregnación que sirve para promocionar detergentes, aunque la suya ya no lave más blanco) se congratularon de esta audaz iniciativa contra los mercachifles. Después, desolación: la ley aprobada restringe la inclusión de publicidad, pero no la suprime. ¡El poderoso Berlusconi se frota las manos safisfechos.Al menos queda una compensación: la ley prohibirá la proyección televisiva de todas las películas para mayores de 18 años, lo cual obligará al condottiero, a comerse muchas de las que ya tiene almacenadas. Algo es algo.No he leído en ninguna parte comentarios ni protestas por la radical censura institucional a las películas para mayores de 18 años (las destinadas a mayores de 14 sólo podrán pasar a partir de cierta hora de la noche). Por lo visto, interrumpir las emociones está muy feo, pero suprimirlas de raíz no tiene mayor importancia. ¡Con tal de que se fastidie Berlusconi ... ! Ya ven, también en esto soy raro. Con tal de que yo pueda ver las películas que me apetezcan, me trae sin cuidado que el signor Berlusconi se haga de oro. Siempre me gustaron los viejos intermedios de las sesiones cinematográficas de antes y aprovecho las pausas con anuncios de la tele para buscar tabaco o ir al excusado, de modo que lo de interrumpir la emoción -siempre que sea con mesura- no me parece tan intolerable. Peto, en cambio, me subleva que un areópago de curas. y burócratas tiñosos decida qué es lo que se puede ver a los 14 años, a, los 18 o nunca. Según la nueva ley, para el Parlamento italiano ningún ciudadano tiene más de 18 años o nadie de más de 18 años ve jamás la televisión o su propia catalogación por edades es un subterfugio y mayores de 18 años quiere decir nadie. En cualquier caso, tiranía y disparate. No conozco los criterios de la censura italiana para clasificar las películas, pero con el Vaticano tan cerca y el partido socialista de que allí se disfruta (peor que el nuestro, para que se hagan una idea) supongo que algo así como el 30%. de la filmografía universal irá al infierno del cine gravemente peligroso. Pero claro, cuando estén viendo en grata reunión familiar Dumbo sin cortes publicitarios, siempre podrán alegrarse recordando los sollozos de rabia de Berlusconi en su palacio.

La cruzada puritana proviene de Estados Unidos, como ya se ha repetido hasta la sacie dad. No sólo concierne al cine, sino también a exposiciones artísticas, monumentos públicos y, últimamente, discos (2 live crew, Judas Priest o Neil Young, cuya grabación más reciente lleva un parental advisory anunciando letras explícitas: lo que significa que en ellas queda claro que los Reyes Magos no son ni siquiera los papás ... ). Parece que EE UU ha iniciado su propia islamización integrista, a lo que ya no faltan tampoco, gracias a Noriega y Sadam Huseini, sus guerras santas. Pero los Gobiernos europeos van aceptando esta escalada fundamentalista con docilidad conmovedora. Primero fue la persecución de las drogas, cuyo origen ya casi nadie se molesta en recordar y cada cual adopta como iniciativa propia. Ahora le toca el turno a las siguientes medidas de protección de la virtud y lucha contra el vicio, como dicen los saudíes. Se afianza cada vez la función religiosa de la policía.

En el Reino Unido, una emisora de televisión vía satélite ha puesto a punto un sistema que permite bloquear los programas que, de acuerdo con los censores de guardia de la empresa, contienen demasiado sexo o violencia. Es algo así como la mano que el cura interponía ante el objetivo en la escena del beso durante el cine colegial, pero en más sofisticado. La imagen desaparece de la pantalla y la sustituye esta leyenda: "El programa queda bajo control paterno". Con la nueva ley de televisión italiana, el cura estatal mete mano antes y se evita hasta la posible tentación. ¡Y eso en Italia, por favor, precisamente en Italia, la patria natural del desenfado y la belleza inteligente!

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Volvamos a lo más grave: ¿por qué no se ha comentado con indignación esta increíble medida? Respuesta: porque tanto la derecha como la izquierda están poseídas de paternalismo estatista. El paternalismo consiste en suponer que los problemas vienen siempre por culpa de permitir cosas, nunca por prohibirlas. Cuanto se auto riza (imágenes, sonidos, sustancias, costumbres ... ) puede acarrear abusos y causar problemas a algunos: lo prohibido, en cambio, siempre nos deja a sal vo a todos (ejemplo: la droga). ¿Que se pierde libertad y por tanto capacidad de desarrollar la responsabilidad, la propia iniciativa y el autocontrol adulto? Todo eso no es nada, por que son instancias que en último término hacen superfluos a los padres y demás autoridades, es decir, instancias subversivas de la piedad religiosa en la que debemos arroparnos. Y ahora sería el momento de volver so bre la cuestión del individualismo y sus requisitos, de lo que tanto hay que hablar. Pero es toy aprovechando el ocio vera niego para leerme a Dumont, Levi-Strauss, Plotino y otros autores recomendados sobre este tema por Eugenio Trías en un artículo de no hace mucho. En cuanto concluya mis debe res, vuelvo a la carga.

es catedrático de Ética de la Universidad del País Vasco.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_