El demonio, los Cabanillas y la Guardia Civil
Las hermanas Izquierdo dicen que viven atormentadas por un ruido desde que murió su madre
"El ruido no nos deja vivir. Lo escuchamos desde que todos empezaron a tapar y tapar la muerte de mi madre", narró pausadamente Luciana, al tiempo que abría y cerraba los párpados, como sumida en el recuerdo. "Aquello no fue un incendio, fue un atentado", sentencia con voz cortante su hermana Ángela. Enlutadas y arrinconadas en un compartimiento del tren expreso que las trasladó ayer desde su refugio madrileño hasta Badajoz, Luciana y Ángela Izquierdo, hermanas de los presuntos asesinos de Puerto Hurraco (Badajoz), negaron ayer ser las inductoras de la matanza. Durante el viaje, Luciana y Ángela proclamaron ser profundamente religiosas.
Cualquier mención al demonio, a la Guardia Civil o a la familia Cabanillas -su eterna rival- saca a las hermanas Izquierdo de sus casillas. Luciana y Ángela, de 63 y 49 años, respectivamente, viajaron a Badajoz, custodiadas por dos policías, con la intención. de visitar en la cárcel a sus hermanos Emilio y Antonio.-Sus hermanos han asesinado a siete personas y herido a otras nueve. En Puerto Hurraco las acusan a ustedes de haberles inducido a cometer los crímenes.
-No sabemos nada, sólo lo que dicen los periódicos. Vamos a verlos para que nos cuenten lo ocurrido. Del incendio, que fue provocado, claro que hemos hablado en casa, pero entre nosotras. Delante de ellos, nunca, porque los hombres se excitan mucho. Tenemos la conciencia tranquila.
-¿Piensan volver al pueblo?
-[Luciana abre los ojos y vuelve a cerrarlos]. No sé.
Luciana y su hermano Emilio, que se encuentra en prisión, han estado bajo tratamiento psiquiátrico con anterioridad a los sucesos del pasado domingo, según el juez que instruye el caso, Casiano Rojas.
Al pasar el tren por la estación de Castuera (Badajoz), a unos ocho kilómetros de Puerto Hurraco, Luciana miró por la ventanilla y rompió a llorar, contagiando a su hermana.
"¡Ay, Dios mío, lo que han hecho con nosotros.... con mis hermanos y con mi madre!", repetían tina y otra vez. "¿Se refieren ustedes a la familia Cabanillas?", preguntó este periódico. "No mienten a los Cabanillas ", interrumpió su silencio, a airada, Ángela.
[El juez Rojas ordenó anche la detención y reclusión de Luciana y Ángela en el hospital psiquiátrico de Mérida, ya que la declaración realizada por ambas en la mañana de ayer tenía "muchos puntos oscuros que constrastar", informa la agencia Efe.
El juez baraja el despecho como uno de los posibles móviles de los asesinatos. No obstante, Luciana negó haber pretendido sentimentalmente a un Cabanillas, precisamente a Amadeo, tío de las dos niñas asesinadas el domingo, que fue apuñalado hace 29 años por Jerónimo Izquierdo. "Cuando era moza, rechacé a muchos pretendientes y preferí casarme con Dios. Ni con un ministro me habría casado", dijo.
Ángela, también soltera, y siempre en un segundo plano, asentía a todos los comentarios de su hermana. Las hermanas Izquierdo tratan de justificar sus extrañas desapariciones -un día antes de la acción criminal- de la vivienda que compartían con sus hermanos en la pedanía pacense de Monterrubio.
"Mi hermana", relató Luciana, "tenía que ir al oculista. Fuimos a Puertollano [Ciudad Real] porque Badajoz nos da asco. Queríamos salir fuera. El domingo lo dedicamos a buscar un oculista. Después dijeron que el problema lo podía solucionar un óptico. Cuando íbamos el lunes por la mañana al óptico, escuchamos la radio y ... al final nos fuimos a Madrid".
Luciana y Ángela visitaron el mismo lunes La Moncloa con la intención de contar a Felipe González sus "desgracias". No consiguieron audiencia, aunque ello permitió identificarlas y conocer su paradero.
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