Toritos de figuras
Los diestros de cotización modesta que actuaron ayer en Madrid se las prometían muy felices porque iban a lidiar toros de una de las divisas preferidas por las figuritas. Con ellos confiaban remontar vuelo desde su marginación, probablemente injusta. Pero, ¡ay!, en el pecado llevaban la penitencia. Los toritos eran blandísimos y se acamaban de continuo, como gusta a esas figuras que huyen del auténtico trapío y fuerza propio del burel de lidia, y con semejante material el triunfo, en Madrid, era misión imposible.A esas figuras, que desorejan en muchos otros cosos a toretes de esta catadura, no les hace falta un triunfo en Madrid, como a los coletudos de ayer, cuya carrera posiblemente siga, muy a su pesar, por los mismos derroteros. Todos los animales fueron justamente protestados por su flojera, alguno de ellos, como el quinto, con auténtico clamor por toda la concurrencia, japoneses incluidos, que ya es incluir.
Población / Manrique, Seseña, Vera
Cuatro toros de Pilar Población, justos de presencia e inválidos; 1º, sobrero, de Martínez Benavides, que sustituyó a uno del hierro titular devuelto por cojo, con trapío y genio; 6º, sobrero, de Conde de Ruiseñada, también en sustitución de otro inválido del hierro titular, terciado, manso y peligroso. Jorge Manrique: palmas; aviso y silencio. José Luis Seseña: aviso y ovación; aviso y silencio. Juan Carlos Vera: aviso y silencio; pitos. Plaza de Las Ventas, 12 de agosto. Media entrada.
Pero el usía se tomó a befa este referendo antipresidencial. Como si estuviese ciego a lo que veía en la arena y sordo a las invectivas que contra él proferían desde los tendidos, mantuvo en el ruedo al desvencijado animal, porque sí.
Flaco favor
Flaco favor le hizo con su decisión a Seseña, porque la codicia del pobre funo le llevaba a embestir, pero a rebrincones, y antes de rodar lastimosamente por el suelo. Los intentos del diestro por repetir su buena faena al segundo fueron inútiles. La invalidez de ese segundo no era supina, lo que aprovechó Seseña para crepitar mandones redondos y naturales artísticos. Cuando se adornaba con torerísimas trincherillas, el bicho se desplomó y costó Dios y ayuda levantarlo. Total para nada, porque Seseña perdió con la tizona el trofeo que tenía ganado.
Manrique sí parecía una figurita cuando bailó en demasía y sin acoplarse a la fiereza y genio que desarrolló el de Benavides, lo que en su caso tiene disculpa por lo poco que torea. Se quedó quieto y relajado con el ya inválido cuarto sin conseguir otra cosa que algún atisbo de clase.
Vera, demasiado frío de cuello, extrajo algunas fruslerías de toreo con el inválido de turno tercero. Al carifósco malandrín último, pésimamente picado por el hulano, con lo que aumentó sus problemas y peligro, le macheteó a la defensiva y sin perder los papeles. Luego lo pasaportó de un horroroso golletazo, al que antecedieron ocho pinchazos. Este mítin a espadas fue repetición del que montó en el anterior.
Babelia
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