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Historias de artistas

A principios de 1991 la colección de Víktor Maguids debía viajar a los mejores museos de Holanda y Bélgica. Ahora no es seguro que se realicen las exposiciones programadas, pues los cuadros de más valor1an sido robados. Entre ellos figuran Fiesta campesina de Adriaen van Ostade, La florista de Herman van der Mijn, El sacamuelas de Adriaen Brouwer, Las Tres Gracias, obra del taller de Cranach, pinturas de Willen van de Veide, David Teniers y muchos otros, incluida una acuarela de Vasili Kandinsky, una de las pocas obras modernas de la colección.

"De arte español no tengo nada, salvo un plato morisco", dice Maguids, a quien, tras las gafas, todavía se le nota un gran hematoma bajo el ojo derecho, consecuencia de la paliza que le dieron los ladrones. "Pero entre los cuadros robados había una excelente pintura atribuida a Juan de Flandes". Se trata de la Madonna con Jesucristo crucificado en una rama de azucena, uno de los contados cuadros comprados por su padre que Víktor conservaba. "Juan de Flandes estuvo al servicio de Isabel la Católica y murió en Palencia. En la parte de atrás de la tabla en la que está pintado el cuadro antes había un sello que testimoniaba que pertenecía al castillo de Tordesillas. Esto significa", explica Maguids, "que posiblemente se guardaba en la torre donde se hallaba la hija de los Reyes Católicos, Juana la Loca. Por eso podemos suponer que el cuadro fue llevado a la torre por el año 1509, cuando doña Juana fue encerrada allí".

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Pedro III, en el suelo

Historias relacionadas con sus cuadros tiene muchas. Por ejemplo, la del famoso retrato del zar Pedro III, contra quien Catalina II la Grande, su esposa, organizó un compló y ordenó asesinarlo. El pintor alemán Georg Grooth había pintado un retrato de este emperador ruso que se creía irremediablemente perdido. Maguids lo encontró en el suelo de una casa: ¡lo usaban para proteger el suelo mientras blanqueaban el techo! "Me lo dieron gratis", concluye Maguids.

Corrían los años 70. En una tienda donde se vendían objetos confiscados, Maguids divisó un cuadro que se vendía a precio regalado con una etiqueta que decía: "retrato de mujer desconocida, por pintor desconocido". Maguids no dudó un instante y compró el lienzo pues sabía muy bien de quién se trataba. Sofia Potóstskaya, famosa aventurera política del siglo XVIII, fue retratada a fines de aquel siglo por el pintor de origen italiano Salvatore Tonci. La obra se perdió hasta que a principios de 1900 fue descubierta en el gabinete de grabados del museo de Berlín para luego desaparecer otra vez. Cómo y cuándo regresó el cuadro a Rusia, y a quién y por qué se le confiscó es un misterio todavía sin descifrar.

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