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Menem prepara la reinstauración de la pena de muerte

Mata o muere. La sociedad argentina no logra salir de la trágica trampa en la que se encuentra desde hace más de 20 años. La muerte ha vuelto a reaparecer en teoría y práctica y es tema de debate nacional desde que el presidente Carlos Menem ordenó al secretario legal y técnico del Gobierno, Raúl Granillo Ocampo, que preparara un proyecto de ley para incluir la pena de muerte en el Código Penal argentino. Los líderes de la oposición, los obispos y personalidades de todos los sectores se opusieron al proyecto, abriendo un debate extendido a todo el país.

La muerte como pena para los delitos de violación seguida de asesinato, secuestro extorsivo y muerte de la víctima, entre otros, ya estuvo vigente en Argentina cuando fue impuesta por las dictaduras militares de los generales Alejandro Lanusse y Jorge Videla, pero en esos periodos ningún juez recurrió a ella. Por entonces, cuando miles de ciudadanos hoy desaparecidos fueron secuestrados y asesinados, nadie pensaba en las leyes.

El velatorio

El deseo no es nuevo en el presidente Carlos Menem. Ya en la campaña electoral había propuesto la pena de muerte para los que llama "delitos aberrantes", entre los que incluye también el narcotráfico. El jefe del Estado volvió a sentir la necesidad de enviar el proyecto al Parlamento cuando asistió al velatorio de Guillermo Ibáñez, de 28 años, hijo del secretario general del sindicato de obreros de la empresa petrolera del Estado, Diego Ibáñez, un aliado político y amigo personal de Menem. El joven Guillermo fue secuestrado por tres personas que exigieron dos millones de dólares para su liberación y le asesinaron a golpes de martillo antes de cobrar el rescate. Todos los responsables fueron detenidos por la policía y los detalles del crimen horrorizaron a la sociedad.En el velatorio de Guillermo, tras abrazarse a Diego Ibáñez, el presidente Menem declaró que "los gritos de la gente exigiendo justicia" le llegaron profundamente y por eso "hoy mismo voy a pedir que se elabore un proyecto para incorporar la pena de muerte al Código Penal". Los principales dirigentes de las organizaciones defensoras de los derechos humanos señalaron de inmediato la paradoja de que el presidente Menem se conmueva profundamente por este crimen pero al mismo tiempo firme el indulto para los militares responsables de miles de secuestros y asesinatos de otros tantos jóvenes inocentes, madres embarazadas, niños y ancianos.

Política

Menem, que hasta ahora había basado la decisión de indultar a los dictadores condenados en juicio por la supuesta naturaleza "política" de sus delitos, se contradijo de modo evidente cuando los periodistas le consultaron sobre los posibles "motivos políticos" que podía tener el secuestro de Guillermo Ibáñez, antes de que se detuviera a los autores. "No entremos en si se trata de un delito político o de un delito común", dijo entonces Menem; "esto es un delito, y punto".

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