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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Monstruitos de castillo encantado

Razas de noche

Título original: Nightbreed. Director: Clive Barker. Intérpretes: Craig Sheffer, Anne Bobby, David Cronenberg, Charles Haid y Hugh Quarshie. Guión: C. Barker, basado en su novela Cabal. Británica, 1990. Estreno en Madrid. Cines: Aluche, Coliseum, Novedades y Califomia (versión original subtitulada).

Un muchacho tiene a menudo pesadillas repletas de monstruos. En la ciudad en la que vive se producen algunos asesinatos rituales que se dirían cometidos por un ser no humano, pero que tampoco es ningún animal conocido. El psiquiatra del muchacho convence a su paciente de que el criminal es él, ya que mezcla sueños y realidad. Hasta aquí, una modesta variación en el conocido tema del doctor loco y malvado. Pero los monstruitos existen, ocupan el cementerio perdido de una aún más perdida ciudad de Alaska. Con los años, esos monstruos muertos pero vivos, esos freaks del subsuelo, se han construido una suerte de parque de atracciones diseñado por Piranesi. El protagonista, su novia, el psiquiatra y a continuación toda la policía de Canadá se darán cita en el cementerio para acabar con una batalla final en la que unas pocas pero escogidas monstruosidades eternas escapan con muerte del acoso de las fuerzas vivas -y algo fascistas- de Calgary. La película se permite un epílogo que sugiere segundas, terceras, cuartas partes, algo no improbable, visto el carácter cíclico de las pesadillas.Clive Barker pretende reivindicar la figura de los desfigurados. Su película es una variación, moderna, de Freaks. O al menos eso es lo que él vende. La verdad es que el filme carece de poesía y de lógica, sumergiéndonos en un clima más próximo al de una visita al castillo encantado de un parque de atracciones que al que correspondería a un real interés por el lado oculto y oscuro de las personas. El personaje del psiquiatra es en este sentido paradigmático del destino del filme: empieza siendo un individuo inquietante del que descubriremos que mata a los pacientes a los que considera mentalmente deformes, para acabar con cualquiera que se le ponga por delante, sea o no un monstruo de los que él nada bueno espera.

Razas de noche tiene tres o cuatro planos muy hermosos: algunas vistas generales del ceinenterio que evidencian su carácter de decorado, la ventana a lo Magritte por la que escapa Craig Sheffer desde el depósito de cadáveres y el sistema asesino desplegado por la chica-erizo. El resto es vulgaridad salpicada de mucha sangre.

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