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Ensayos atómicos en Nevada provocaron casos de leucemia en Utah, según un estudio

El polvo radiactivo producido en más de 100 ensayos de armas nucleres, realizados a cielo abierto en Nevada entre 1951 y 1958, puede haber sido el responsable de un pequeño porcentaje de muertes por leucemia en el Estado de Utah entre 1952 y 1981. Esta hipótesis ha sido reflejada en un estudio efectuado por investigadores de la Universidad de Utah y de la Escuela Médica de la Universidad del Sur del California, en Los Ángeles.El trabajo, que será publicado la semana próxima en la revista de la Asociación Médica Americana, confirma los resultados de otros estudios previos. Éstos encontraron una proporción inusual de casos de leucemia en el sur de Utah, y se pensó que podían estar relacionados con el centro de pruebas que la Comisión de Energía Atómica posee en Nevada. No obstante, los nuevos resultados pueden ser más dignos de crédito, ya que los investigadores han estimado por vez primera las dosis de polvo radiactivo recibidas por los individuos que murieron de leucemia.

"Creemos que nuestro trabajo es el estudio definitivo sobre el caso", ha afirmado Duncan C. Thomas, de la Escuela Médica de la Universidad del Sur de California, que ha sido uno de los autores del mismo. "Los resultados de los estudios anteriores eran controvertidos, porque ninguno fue capaz de cuantificar las dosis de radiactividad recibidas por los enfermos de leucemia".

El estudio realiza una comparación entre 1.177 habitantes de Utah que murieron de leucemia y 5.330 residentes que fallecieron por otras causas y sirvieron como grupo de control. Los historiales y los datos de las deposiciones de polvo radiactivo proporcionados por el Departamento de Energía de Estados Unidos permitieron hacer unas estimaciones individuales sobre exposiciones radiactivas. Todos los sujetos del estudio eran mormomes, por lo que también se hizo un seguimiento a través de los registros eclesiásticos.

En el condado de Washington, en Utah, cerca del lugar de las pruebas nucleares, los índices de dosis radiactivas encontrados en la médula ósea de los fallecidos era el más alto, mientras que los residentes en ciudades más alejadas recibieron menos radiactividad.

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