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Niño de Leganés vuelve a impresionar

Puerto / Moro, Rodríguez, Niño deLeganés

Novillos de Puerto de San Lorenzo, bien presentados, mansos y peligrosos Vicente Moro: ovación en los dos. Miguel Rodríguez: aviso y silencio; ovación. Niño de Leganés: vuelta; ovación. Plaza de: Las Ventas, 20 de julio. Un cuarto de entrada.

Niño de Leganés repetía en Las Ventas tras la excelente impresión que dejó en su debú hace quince días y que ratificó ayer. Si entonces lidió cenceños pastueñitos, lo que le permitió alborea su buena mezcla de arte y ver dad, en esta ocasión se lució con las mismas armás táuricas en el áspero tercero y no desentonó con el marrajón sexto.Ninguno de los diestros hizo ascos ante la bronquedad y peligro de sus dificultosos enemigos. Estuvieron hechos unos tíos, cada uno a su manera, merecedores de volver a Madrid.

El de Leganés utiliza unos engaños de juguete con los cuales es imposible el ventajismo. El tercer novillo, al igual que sus hermanos, no se entregó y llegó a la pañosilla midiéndo y parándose. Pese a ello el coletudo logró someterlo e instrumentarle una serie de ajustados y mandones naturales, con cante der gueno. Lástima que lo engorrinara con un feo bajonazo. Al zambombo sexto lo embebió con el capote para enseñarle a embestir, lo que resultó inútil, y se lo quitó de en medio sin perder los papeles.

Vicente Moro es un maldito de las empresas, harto de tentaderos y saltar cercas. Torea con tranquilidad, sosiego y ortodoxia, lo que con los carifóscos mansazos de ayer es un mérito grande. Anduvo sobrado, aunque adoleciera de ese sentido de la transmisión que da el actuar ante el público, y le faltará siempre si siguen postergándole.

Otro proscrito, pese a sus éxitos en este coso, es Miguel Rodríguez, que atemperó a sus bichos con técnica y oficio. Tras banderillear fácil a ambos, también le echó bemoles y solventó los problemas de sus derrotonas cabezas. Su bizarría le costó una fuerte voltereta en el quinto de la que salió ileso de milagro.

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