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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Sensatez política

LA TERRIBLE situación que padece Camboya es consecuencia directa de la guerra fría. El pasado miércoles, Estados Unidos, al retirar su apoyo a la delegación camboyana que se sienta en la ONU, dio el primer paso para enderezar el cúmulo de errores que sufre el torturado pueblo asiático. Entre 1975 y 1979, los jemeres rojos, encaramados al poder en Phnom Penh, fueron responsables de uno de los más espantosos genocidios que conoce la historia: millones de camboyanos fueron asesinados. Sólo la invasión del país por el Ejército vietnamita consiguió desplazar a los jemeres del poder e instalar en él a un joven protegido, Hun Sen, quien, pese a su relativa moderación, tampoco podía alardear de sus virtudes democráticas. El apoyo de Hanoi a Hun Sen le granjeó la hostilidad de Washington y de los demás Gobiernos democráticos; la lógica política y el sostén occidental prestado al bando neutral del príncipe Norodom Sihamik hicieron lo demás. La oposición al Gobierno de Phnom Penh (a la que se había unido el grupo nacionalista conservador de Son Senn) se convertía así en el único interlocutor moderado en la Conferencia de París, convocada para buscar una solución camboyana a la crisis.Fue un procedimiento inútil, porque si en la mesa de negociación Sihanuk era la figura central, capaz de mediar entre posiciones encontradas, se les sumó un tercer aliado incómo y desestabilizador: los jemeres rojos, la organización más fuerte en el terreno militar. Esta fuerza fue aprovechada por China para im poner en París su presencia al lado de las de Sihamik y Son Senn y frente a la delegación de Phnom Penh. Hun Sen se negó a negociar y la Conferencia de París fracasó. En septiembre de 1989, Vietnam, por razones de política interior -tratar de salir de una desastrosa situación económica con ayuda de Washington y Pekín-, retiró a sus tropas de Camboya, dejando a su aliado Hun Sen en precaria tesitura.

Con la relajación de las tensiones entre los bloques se ha impuesto la sensatez. En un aparte de la conversación parisiense que hace tres días resolvía de forma definitiva el problema de la unidad alemana, Baker y Shevardnadze, responsables de la política exterior norteamericana y soviética, respectivamente, acordaban que Washington retiraba su apoyo en las Naciones Unidas al triple grupo de oposición camboyana. Baker anunciaba el aislamiento de los jemeres rojos e, implícitamente, su buena voluntad negociadora con respecto de la capital, Phnom Penh.

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