Gracias por no atropellarme
Quisiera expresar mi agradecimiento a esos diez o doce automovilistas que hace unos días, sobre las nueve de la mañana, circulaban por la plaza de Manuel Becerra presenciando cómo caía al suelo con mi Vespa y que ordenadamente me esquivaron siguiendo su camino. Discúlpenme por el pobre espectáculo que ofrecí, al ser una caída tonta y no lo suficientemente sangrienta como para detenerse unos minutos. Gracias a personas como ustedes puedo contarlo, pues si hubiera dado con alguien menos humano seguramente me hubiera atropellado sin piedad.-
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