Un día de congreso en Moscú
La última reunión del PCUS muestra la importancia y la debilidad de Gorbachov, que juega su última carta
Mijaíl Gorbachov es insustituible n la URSS, y el 28ºCongreso del PCUS lo ha demostrado con una evidencia abrumadora. Es el único que aceptan las principales corrientes de este partido dividido y enfermo que quiere sobrevivir en la tempestad de una sociedad en plena mutación. Sin embargo, lo que hemos visto y oído durante estos días de altercados verbales en el Kremlin prueba sobre todo que Gorbachov necesitará mucha ayuda -especialmente ayuda económica occidental- para poder cumplir su promesa de mejorar la situación de los soviéticos en los próximos dos años. Si no lo consiguiese, tendría que presentar su dimisión, junto con la dirección del PCUS. Es como decir que está jugando su última carta. Por primera vez se han admitido periodistas extranjeros por turnos en la gran sala de congresos del Kremlin. El palco en el que estamos está tan cerca de los escaños de los diputados que, sin prestar siquiera atención, se escuchan sus comentarios en vivo, se percibe su temperatura política. En los intervalos entre sesiones es mejor aún: los delegados se precipitan rápidamente a las escaleras mecánicas para refrescarse en las cafeterías o para fumar en una salita del sótano. No es necesario en absoluto hacer preguntas o presentarse: [os dirigentes, mezclados con los simples delegados, siguen enfrentándose sin prestar la más mínima atención a un periodista occidental que no se diferencia en nada de la multitud de fumadores nerviosos.Gorbachov, en minoría
Así es corno el sábado pasado vi a Mijaíl Gorbachov, por primera y única vez, quedar en minoría en el congreso en una simple cuestión de procedimiento. Por 2 . 557 votos contra 1.393, los de legados deciden repentinamente que los 12 miembros del Politburó saliente deben contestar primero a unas preguntas sobre el informe que han presentado en la apertura del congreso, para que a continuación éste emita una calificación para cada uno de ellos, como en la escuela: no apto, aprobado, bien, notable, sobresaliente. El furor de Gorbachov se lee en su cara; parece transformado. Después de haber sometido a votación esta propuesta absurda, ya no puede dar marcha atrás. "¿De verdad que es eso lo que quieren?", pregunta. La sala grita que sí. Bajo mi palco, los 210 delegados de las Fuerzas Armadas soviéticas -todos oficiales y con medallas- se desgañitan más que los demás. Vociferan "da" (sí), "da", como si estuvieran dando órdenes en un cuartel.
Vadim Medvédev, responsable de ideología en la dirección saliente, sube a la tribuna y, con una voz más bien apagada, presenta sus respuestas a unos centenares de preguntas escritas. Cara flaca, gruesas gafas, se niega a reconocer que el PCUS desde el principio de la perestroika ha cambiado virtualmente de doctrina. "No hemos abandonado nuestras creencias de fondo, pero hemos eliminado los dogmas que ya no corresponden a la realidad actual", dice, pidiendo visiblemente aplausos. Sin embargo, la sala no reacciona.
Alexandr YákovIev, mucho más corpulento que Medvédev, le sucede en la tribuna y trata de hacerlo mejor que su predecesor.
Después de YákovIev le toca el turno a Ligachov, gran tenor de los conservadores y, por lo que se dice, su director de orquesta clandestino entre bastidores.
Yegor Kusmitch Ligachov tiene las espaldas de un toro que se lanza sobre el obstáculo con una cierta habilidad y mucha demagogia. Desgraciadamente para él, desde hace dos años es responsable de la agricultura, el talón de Aquiles de la economía soviética. Aplaudido por sus profesiones de fe ortodoxas -"estoy a favor del socialismo científico"-, las cuestiones relativas a la agricultura le ponen en situación muy difícil.
Tras el toro síberiano, es el turno del encantador meridional Edvard Shevardnadze. El ministro de Asuntos Exteriores, casi siempre tan sonriente, esta vez está muy tenso, demasiado tenso, hasta para evitar algunos .errores en ruso, que no es su lengua materna. Al principio incluso está obligado a pedir tranquilidad para que cese el murmullo que le impide expresarse. "Camaradas, es muy dificil hablar aquí, así que hagan al menos el esfuerzo de escucharme". Luego explica tranquilamente que los regímenes del Este se han desmoronado no por su culpa, sino porque estaban construidos sobre "Ideas falsas sobre el socl alismo Defendiendo sus activida des de diplomático, Shevardnadze hace entender que en la URS S tampoco se salvará el régimen aferrándose a "ideas falsas" y recurriendo al Ejército o al KGB. Al final, preguntado por su pasado, por los discursos que hacía en tiempos de Breznev, Shevardnadze el georgiano consigue hacer estremecer a la sala. Sí, a la edad de siete años escribía poemas a la gloria de Stalin; sí, en 1956 era amigo de Jruschov, aunque éste no haya dudado en enviar los tanques a Tbilisi contra los georgianos que defendían la memoria de Stalin, causando 50 muertos. "Es el drama de mi generación: mi gran culpa es haber nacido en 1928. Pero pongan en mi haber la lucha contra la corrupción en Georgia y todo lo que he hecho por laperestroika".
Este rasgo de coraje conmueve a los delegados, y Gorbachov, que adivina su humor, decide aprovecharlo inmediatamente y poner fin a este psicodrama. Con voz potente, declara de nuevo que un cuerpo colectivo como el Comité Central y su Politburó sólo puede responder colectivamente de su actividad. Se pasa a la votación y esta vez el secretario general recupera su mayoría habitual. La mayor parte de los delegados suspira de alivio, pero no los militares, con quienes bajo al salón de fumar.Están que estallan.
Entre los fumadores me encuentro con un delegado de Moscú, muy gorbachovista, que no está nada impresionado por mi relato sobre la conducta de los representantes de las Fuerzas Armadas soviéticas. "Entre ellos hay como mucho cinco o seis delegados de verdad: los que has visto no representan en absoluto a los 1.100.000 miembros del partido que sirven en el EJército", me dice este delegado que no cree viable un golpe de Estado militar.
Economía subterránea
Sin embargo, me lleva hasta un grupo de amigos suyos que han participado en los trabajos de la comisión económica. Por primera vez, en esta reunión a puertas cerradas les han revelado los datos sobre la envergadura de la economía subterránea clandestina en la URSS. Ésta no engloba menos de 20 millones de personas y realiza un volumen de negocio que representa al menos el 20% del producto nacional bruto: "Sornos los campeones del mundo en esta categoría", exclama irónicamente un joven profesor de electrónica, delegado de SverdIovsk.
Luego me explican que los enfrentamientos más duros se producen en los encuentros de Gorbachov, tras las emisiones plenarias, con los secretarios del partido de las distintas ciudades -son más de 300- o con los delegados de las fábricas y los koljoses. Allí, a puerta cerrada, sólo se oyen los "relatos de amargura", porque todos parecen tener su cuota de dolor para exponer ante el secretario general. Poco más o menos le piden que vuelva al método de Andropov y que castigue severamente la corrupción y la economía subterránea. Gorbachov contesta que la represión no solucionará el problema. Es su apuesta, hecha en 1988, en la 19ª Conferencia del PCUS. Sigue manteniéndola, contra viento y marea.
Traducción: Alicia Martorell.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.