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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Fiasco científico

EL TELESCOPIO espacial Hubble, el más descomunal esfuerzo de la técnica y de la ciencia de todos los tiempos, ha resultado ser también, de momento, el mayor de los fiascos. Después de dos décadas de trabajo y 200.000 millones de pesetas de coste global, la expectación ha dejado paso al desconcierto. Está claro que ha habido un error. Lo tremendo del caso es que, al parecer, ha habido sólo uno: un signo cambiado en un programa de ordenador. Para el ciudadano de a pie, el hecho es, en primer lugar, desconcertante: ¿existen errores de 200.000 millones de pesetas? En segundo lugar surge el estupor: ¿qué noble objetivo merecía ese coste? En el caso del científico involucrado, la primera sensación es de duda: ¿quién ha metido esta pata sideral?, y luego, de nuevo el desconcierto: ¿qué será de todos los proyectos? El Hubble debía escrutar el universo en el espacio y el tiempo, muchas son las teorías pendientes de sus datos, y muchas serían, acaso, las novedades para nuevos descubrimientos.El hombre es, para muchos, la conciencia del universo, por lo que el conocimiento sobre el adónde vamos y sobre el de dónde venimos no tiene precio frente a miles de millones de años de historia de la materia y frente a cientos de miles de años de historia de la mente. Para otros, el telescopio espacial es un alarde planetario, una operación de prestigio cuyo disparo ha salido por la culata por ahorrar, según los expertos, 3.000 millones de pesetas, el chocolate del loro. Dado que la dotación de dinero público para estos menesteres no se hace solamente por la voluntad de saber, sino que se buscan contrapartidas propagandísticas, sería doblemente punible que por un fracaso doloso se dejaran en la cuneta otros sensatos proyectos que necesitan de estos caros artefactos aeroespaciales.

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