Los aficionados del '7' dan otra lección
La quinta columna de los aficionados del tendido 7, los que nunca toman vacaciones de asistencia al coso aunque sí las disfruten laboralmente -más o menos cuatro gatos ayer-, dictaron otra lección de saber y conocimiento de la fiesta. Ocurrió nada más terminar el paseíllo, cuando los escasos pero dignísimos representantes de este sector batieron frenéticas y justas palmas en honor de Galán, que repetía actuación tras su éxito y cornada en la feria de San Isidro.El resto de la plaza, diez gatos como mucho, al que ni se le había pasado por su imaginación este detalle, se contagió y unió sus aplausos hasta obligar al diestro a desmonterarse y saludar. Inmediatamente después salió una cucaracha con cuernos que la empresa quería pasar por novillo digno de Madrid y desde el 7 comenzaron las protestas. Esta vez, ¡ay!, no muy seguidas por la concurrencia, una parte de la cual les llamaba ultras y radicales. La otra se acordaba de la familia de los que ahora batían palmas de tango.
Bayones/ Galán, Bejarano, Padilla
Cinco novillos de Los Bayones y 6º de Marqués de Domecq, sobrero, que sustituyó a uno del hierro titular devuelto por inválido, desiguales de presentación y juego, flojos. Juan Pedro Galán: silencio en los dos. Vicente Bejarano: aviso y ovación; ovación. Pasó a la enfermería con una herida de pronóstico menos grave. Juan José Padilla: aviso y silencio; ovación. Plaza de Las Ventas, 13 de julio. Menos de un cuarto de entrada.
Los dos bicornes que salieron después fueron también llaveritos con escasas fuerzas, pese a lo cual el usía sólo devolvió el tercero. Los que saltaron a la arena en la segunda mitad del festejo sí lucían el mínimo trapio exigido -por los del 7 y algunos ultras más. Qué sería de Madrid sin ellos- en este coso. Galán no superó el geniecillo de su primero y al otro lo toreó con ligazón y empaque hasta que se aplomó.
Dos facetas
Bejarano mostró sus dos facetas. Con el salpicado primero, que se acamaba casi de continuo, cante hondo y pellizco a lo largo de su actuación, sobre todo en unos naturales citando de frente y otros desmayaos. Serio valor y entrega total con el quinto, cuya casta le desbordó a veces, y que le propinó una seca cornada de 15 centímetros en una ingle cuando entró a matar. A ambos los mechó malamente.Padilla, alumno de Rafael Ortega, se parece en bien poco a su maestro, en general. Y es su antítesis con la espada, en particular. Ayuno también de jindama, sus ganas de triunfo le embaruilaron. Y sus desiguales enemigos le voltearon y pegaron una tremenda y seca paliza. Destacaron los piconeros Eduardo Cid y Francisco García, muy aplaudidos por los espectadores, tras iniciar el 7 la ovación. Faltaría más.