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Tribuna
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Patria

Juan José Millás

El cuerpo es un territorio con escasa vegetación, aunque con abundante fauna. Está recubierto por un tegumento elástico, llamado piel, que proporciona uniformidad al conjunto. Esta capa, que es la más superficial, se interrumpe a veces para dar paso a diversas aberturas, cada una de las cuales cumple una o varias funciones a la vez. La abertura más meridional del rostro sirve, por ejemplo, para nutrir el organismo; se llama boca y se utiliza también con alguna frecuencia para besar y ser besado. Produce un humor algo viscoso que denominamos saliva. En la parte superior de esta zona, dos membranas móviles -los párpados- actúan de frontera entre la realidad y los órganos de la visión. Por estos órganos penetra en el territorio corporal el horror; a veces, entra también por los oídos, o por todos los agujeros a la vez. El caso es que entra y, según sean las características del cuerpo atacado, se establece en el estómago, en el vientre o en una oquedad orgánica llamada pecho; cuando se asienta aquí, adopta una forma esférica a la que se le da el nombre de angustia.El cuerpo es una clase de territorio que, por su carácter móvil, se puede encontrar en cualquier parte, aunque lo más común es hallarlo en compañía de otros cuerpos, formando grandes concentraciones que favorecen su reproducción. Como el resto de los territorios, es objeto de invasiones y guerras que se agrupan bajo la denominación general de patología. También como el resto de los territorios, el cuerpo tiene dueño, aunque no sabemos quién es, o si cambia con la edad o con las estaciones. Veranean en él los muertos, los desaparecidos, los fantasmas. Tampoco es raro que se queden a pasar un invierno o una década, produciendo graves trastornos en el sistema nervioso de su geografía. Pero a veces hay suerte y se van y, con más suerte aún, tardan en volver. Entonces desaparece la opresión del pecho o del estómago, las vísceras se acoplan entre sí, y el cuerpo se convierte en nuestra patria.

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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