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Las autoridades de EE UU dieron al Príncipe un impreso de inmigración para que lo rellenara

Alfonso Armada

Las autoridades norteamericanas hicieron llegar al príncipe Felipe, durante su escala en Guam cuando regresaba de su viaje a Nueva Zelanda, los impresos de control de inmigración en Estados Unidos para que los rellenara. El heredero y el ministro de Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez, se esforzaron ayer en Montreal y Madrid, respectivamente, por restar importancia a este hecho, mientras que la Embajada de EE UU en Madrid hacía público un comunicado en el que "lamenta mucho las incomodidades o molestias que hayan podido sufrir el príncipe de Asturias y su séquito".

Al término de su visita a Australia y Nueva Zelanda, el Boeing del Príncipe hizo el 10 de julio una escala técnica a las dos de la madrugada (hora local) en la Estación Aérea de la Marina estadounidense en Agana, en la isla de Guam, en pleno océano Pacífico. El destino del avión era Honolulu (Hawai), donde don Felipe y su séquito reposaron antes de regresar a España vía Canadá. En total, el avión recorrió en su vuelta al mundo 52.000 kilómetros. El heredero de la Corona regresó ayer por la tarde a Madrid.La escala en Guam resultó un tanto incidentada, puesto que, además del trámite de inmigración, la tripulación encontró problemas para reponer tanto el combustible como las bebidas destinadas al consumo de pasajeros, según informó Efe. Respecto a este caso, la versión oficial indica que el problema fue originado en las empresas de catering (suministro de comidas).

José Joaquín Puig de la Bellacasa, secretario general de la Casa Real, destacó ayer el trato "exquisito" recibido en Guam, y precisó que nadie reclamó al final al Príncipe el impreso de inmigración.

El Boeing 707 de la Fuerza Aérea Española aterrizó en la base estadounidense de Guam (la isla más grande de Micronesia, que se extiende 51 kilómetros en un eje norte-sur) a las nueve de la noche del martes (13 horas en España). Al pie de la escalerilla le esperaba el capitán de navío O'Connor, jefe de la base. El Príncipe y su séquito fueron conducidos a un improvisado salón de autoridades (la base militar no disponía de grandes comodidades), donde le fueron ofrecidos canapés y refrescos. El resto del pasaje (periodistas y encargados de seguridad) esperó en unas dependencias próximas.

El Príncipe estuvo en todo momento acompañado por el jefe de la base y por su hija, que en 1982 pasó ocho meses en Palma de Mallorca y estaba muy interesada en conocerle. La conversación giró en torno a los vestigios de la colonización española y la II Guerra Mundial en el Pacífico.

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Siempre rigurosos

La hoja del servicio de inmigración de los Estados Unidos fue entregada a todos los ocupantes del avión. Según Inocencio Arias, subsecretario de Exteriores, se aprovechó la escala técnica en Guam para efectuar los trámites necesarios para ingresar en Estados Unidos y evitar la demora en las islas Hawai. El Príncipe no rellenó personalmente su hoja, sino que lo hizo alguno de sus colaboradores.

Ante la pregunta de qué le había parecido el trato recibido, realizada a bordo del aparato que le conducía de regreso a España, don Felipe declaró que los norteamericanos "son siempre así de rigurosos",. Posteriormente, según su ayuda de campo, el coronel José Antonio Alcina, mostró su perplejidad ante lo publicado por algunos periódicos acerca de un supuesto trato vejatorio en Guam.

Mientras que el ministro de Asuntos Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez, aseguró que el Príncipe de Asturias "tuvo un recibimiento muy cordial" en Guam, la embajada de Estados Unidos en España hizo público ayer un comunicado en el que Iamenta mucho las incomodidades o molestias que hayan podido sufrir el Príncipe de Asturias y su séquito". La embajada añadio que "se ha abierto todo tipo de investigación" para aclarar lo sucedido.

José Joaquín Puig de la Bellacasa manifestó ayer sobre el supuesto incidente: "Es imposible que en una isla y en una base militar como esta se trate mejor al Príncipe. Se han sacado las cosas de quicio sin ningún fundamento". Tanto el secretario general de la Casa Real como el subsecretario de Exteriores consideraron perfectamente normales los trámites exigidos en Guam. Arias señaló que la tarjeta de inmigración, necesaria para entrar en Estados Unidos, además del visado, "es la práctica habitual, y nadie queda excluido".

Arias se enteró de las repercusiones de lo sucedido en Guam cuando a través de la radio del aparato, antes de aterrizar en Montreal (Canadá, última escala del viaje), le llamaron desde el Ministerio de Exteriores en Madrid para enterarse de lo ocurrido: "Nos ha sorprendido sobremanera el saber lo que se ha publicado en Madrid, toda vez que el trato recibido fue exquisito".

El combustible

Jenaro López Iñíguez, comandante del aparato que transportaba al Príncipe, observó antes de llegar a Madrid que la escala en Guam estaba perfectamente prevista de antemano. Era una escala para repostar combustible. El servicio, sin embargo, no lo hizo la empresa contratada, porque no se le permitió la entrada en la base. "Fueron los propios estadounidenses", aseguró López Iñíguez, "Ios que proporcionaron el combustible, apoyo eléctrico y neumático. No quisieron cobrar el combustible ni aceptaron tarjeta alguna de pago. Imagino que le pasarán la factura a nuestro Ministerio de Defensa".

Se produjo alguna demora en las operaciones de abastecimiento de combustible, según el comandante del avión español, porque había una tormenta a unos 32 kilómetros de distancia, y los estadounidenses tienen normas muy estrictas al respecto. Después de quince minutos de interrupción, cuando los responsables de la base llegaron a la conclusión de que disponían de tiempo sufiente para llenar los depósitos antes de que se desencadenase la tormenta, dieron la orden de que se reabasteciese al avión español, que emprendió podo después rumbo hacia Honolulu. López Iñíguez explicó que no percibió ningún maltrato por parte estadounidense en esta base americana.

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