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Dioses del olimpo en El Escorial

Un curso de verano reúne a varios históricos de los Juegos Olímpicos

Dick Fosbury llevaba muchos años sin encontrarse con su amigo Lee Evans. Aceptó la invitación del Comité Olímpico Español para los cursos de verano de El Escorial, y está encantado de haber coincidido con Evans y con otros dioses olímpicos: Bob Beamon (EE UU), poseedor del récord de longitud desde 1968; Kristin Otto (RDA), seis medallas de oro en Seúl 88; Aileen Riggin-Soule (EE UU), la primera mujer que logró una medalla, en Amberes 20, y Anton J. Geesink (Holanda), oro en yudo en Tokio 64. Juntos dieron ayer una conferencia en El Escorial.

"Todos hemos aprendido mucho en El Escorial", dice Fosbury, "hasta ha habido gente que ha abandonado sus cursos para unirse al nuestro". Fosbury, el hombre que inventó el salto de espaldas a la barra de altura, es ahora ingeniero de obras públicas. Continúa en contacto con el mundo deportivo a través de su participación en charlas y concentraciones de jóvenes atletas. Vive en Idaho en las mismas montañas que vieron crecer al escritor Ernest Hemingway, y se confiesa especialmente preocupado por la formación deportiva de los más pequeños."A mí también me ha gustado. Creo que España ha demos trado estar preparada par Barcelona 92", añade Lee Evans. Oro en 400 y 4x4OO Evans entrena ahora a la selección de atletismo de Qatar, con la que espera llegar a la cita olímpica. "Ahora voy a concentrar al equipo en Alemania porque en Qatar hace demasiado calor", explica este hombre dicharachero. Su carácter extrovertido contrasta con el de Beamon que, sentado a su lado durante la comida, rechaza la carne de cerdo y pide una tortilla.

El gran salto

"El día que diste el gran salto comiste carne de cerdo. Parece mentira que ahora lo rechaces", le reprocha Evans. "Los tiempos han cambiado. Ya no soy el mismo", contesta Beamon, todavía poseedor de la marca mundial del 8,90 metros en salto de longitud. A Beamon no le importa confesar que aún sigue aprendiendo cosas, aunque sea de una joven como Kristin Otto, la nadadora que consiguió seis medallas de oro en los pasados juegos de Seúl. Kristin no paró de contestar una y otra vez a las observaciones que aludían a la próxima reunificación alemana. "Todos los deportistas hemos aceptado el cambio, aunque tengamos que reducir a la mitad el número de participantes porque los deportistas de la RDA se integrarán a la nueva selección", argumentaba Otto con diplomacia.La presencia femenina en la historia de los Juegos Olímpicos ha sido representada en El Escorial por la primera mujer que consiguió una medalla de oro, en los Juegos de Amberes en 1920. Aileen Riggin-Soule ya no es aquel ángel que saltaba del trampolín. Es más bien la cariñosa abuelita siempre dispuesta a rememorar sus hazañas. "Tenía 14 años cuando empecé a saltar del trampolín. Entonces no había tantos entrenadores, ni instalaciones adecuadas", dice. "Es que no se hacían las cosas tan complicadas que ahora nos hemos inventado", le apoya la ex tenista Lilí Álvarez que, aunque no participó nunca en unos Juegos porque el tenis no era deporte olímpico, tiene su huequecito entre las leyendas. "Eramos nosotros y nuestro esfuerzo", recuerda.

"El que de verdad ha impresionado ha sido el holandés Anton J. Geesink", opina Conrado Durántez, miembro del Comité Olímpico Internacional (COI) Y director del curso que concluye hoy. "Tuvo que luchar para que lo incluyeran en el equipo olímpico, y con sus charlas nos ha dado una lección magistral de lo que es la nobleza, la humanidad y la tenacidad".

Ninguno de ellos ha cobrado gran cosa por estar en Madrid: los gastos del viaje y 80.000 pesetas, aunque en el caso concreto de Forsbury, Evans y Beamon, han renunciado al dinero para poder traer a su familia con ellos.

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