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Rabat se niega a celebrar una cumbre con el Polisario sobre el cese oficial de las hostilidades

El Gobierno de Marruecos se opone a la celebración de una cumbre directa con el Polisario para tratar sobre el cese oficial de hostilidades y la reducción de tropas en el Sáhara Occidental. Esta negativa supone la ralentización del plan del referéndum propuesto por las Naciones Unidas, que, en principio, debería celebrarse antes de marzo de 1991. La reunión bilateral había sido calificada por los expertos de muy importante para el futuro de la consulta popular.

La pasada semana en Ginebra, el secretario general de la ONU, Javier Pérez de Cuéllar, había planteado la posibilidad de que representantes marroquíes se reunieran personalmente con portavoces del Polisario para tratar temas claves relacionados con el desarrollo de la consulta. Por una parte, se trataba de una primera sesión de trabajo después de que, el pasado 20 de junio, se presentara oficialmente en la sede de las Naciones Unidas el plan para la consulta. Pero además, la importancia de esta reunión directa radicaba en el propio orden del día, ya que en ella se debían de tratar dos cuestiones trascendentales: el cese oficial de hostilidades y la reducción de tropas en la zona sahariana. Estas dos condiciones son previas para efectuar la votación con garantías democráticas.La zona del Sáhara Occidental está ocupada por cerca de 100.000 soldados marroquíes, según fuentes oficiosas. En opinión de los técnicos, se trataría de rebajarlas en más de un 50% acantonándolas en puntos determinados. Con las tropas del Polisario se adoptarían medidas similares.

A pesar de la importancia de la reunión programada por Pérez de Cuéllar, la sesión no pudo celebrarse como consecuencia de una excusa diplomática planteada por el Gobierno de Marruecos el pasado 5 de julio. La sesión fue desconvocada inesperadamente. El Gobierno marroquí alegó que se negaba a hablar directamente con el Polisario. Portavoces oficiales de Rabat dijeron que se trataba de una cuestión de principios.

El secretario general de las 'Naciones Unidas llegó a asegurar en unas precipitadas declaraciones efectuadas en Ginebra que se consideraba una persona testaruda y que estaba dispuesto a enfrentarse a una negativa y a insistir.

El pasado 8 de julio, tres días después del primer fracaso, Pérez de Cuéllar volvió a convocar a las partes en conflicto a una nueva sesión de trabajo. La situación debió de ser tan tensa que el Gobierno de Marruecos prefirió enviar a Ginebra al propio ministro de Asuntos Exteriores, Abdellatif Filali, con la misión de zanjar el tema.

La reunión se anuló por segunda ocasión. La prensa marroquí insistió, en titulares destacados en portada, que el motivo de la suspensión era la decisión de oponerse a contactos directos con el Polisario. El periódico Almaghrib había afirmado en un editorial, publicado días antes, que se trataba de un malentendido y calificaba de inoportuna la orientación que pretendía dar Pérez de Cuéllar al proceso negociador. Pero en medios políticos se asegura que los argumentos esgrimidos por Rabat no son más que una excusa para no tratar, por el momento, uno de los puntos más conflictivos del plan de paz de la ONU: el de la reducción de tropas en el Sáhara Occidental.

El referéndum costará 250 millones de dólares (25.000 millones de pesetas), la mitad de lo presupuestado para el referéndum efectuado el año pasado en Namibia, según asegura esta semana la revista Jeune Afrique, citando fuentes no oficiales. Las previsiones del secretario general de las Naciones Unidas son que la consulta sobre el Sáhara Occidental pueda celebrarse, lo más tarde, en marzo de 1991, seis meses después de que se declare un alto el fuego oficial. El próximo día 23 una comisión de expertos de la ONU visitará la zona para hacer una previsión de los medios técnicos necesarios para la consulta.

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