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El brutal aumento de precios en la RDA ha adelantado el previsto 'otoño caliente'

La primera semana de unidad económica entre las dos Alemanias ha servido para comprobar que los alemanes orientales no se lanzaron a gastar sus nuevos marcos, asustados por el brutal aumento de los precios que ha traído la economía de mercado. El descontento ha aparecido mucho antes del previsto otoño caliente.

Cientos de miles de trabajadores industriales han iniciado ya una espiral de huelgas y reivindicaciones salariales. La definitiva elección de Berlín como capital de la futura Alemania unificada puede tener bastante que ver con la búsqueda de una solución al problema del desempleo masivo que se presenta en Alemania oriental. Bonn parece haber perdído definitivamente la batalla por conservar la sede del Gobierno y del Parlamento.Para el año 2000, cuando se celebren posiblemente los juegos olímpicos en Berlín, la ciudad tiene que haberse convertido ya en la gran capital de Centroeuropa que la guerra fría le impidió ser.

Las inversiones en Berlín van a ser gigantescas. El deforme crecimiento que la ciudad dividida ha tenido desde el final de la II Guerra Mundial tiene que ser corregido; hay que reconstruir de nuevo el centro histórico de la antigua capital del Reich, y ahora, además, habrá que levantar y crear las sedes del Gobierno, las representaciones diplomáticas, los sistemas de comunicaciones, y un número interminable de obras gigantescas. Los políticos se han dado cuenta de que sólo con la decisión de trasladar la capitalidad a Berlín, este proceso productivo y de creación de empleo, podría compensar la serie de quiebras que esperan a la obsoleta industria de la RDA.

Las grandes empresas de Alemania Occidental han decidido esperar lo que haga falta para comprar los restos de naufragio de la industria del otro lado. Las inversiones, hasta el momento, han sido mínimas. El desempleo ha alcanzado ya la cifra de 150.000 y aumenta a un ritmo del 50% cada mes. Para finales de año se estima que puede haber más de dos millones de personas sin trabajo en la RDA. Esta aceleración puede echar al traste los planes del canciller federal Helmut Kohl para convertirse en el primer gobernante de la nueva Alemania unificada.

Kohl, con más posibilidades

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De momento, sin embargo, todo parece indicar lo contrario. Una encuesta del Instituto de opinión INFAS, de Munich, hecha pública ayer, indicaba que un 56% de los alemanes considera que Kohl tiene las mayores posibilidades de ganar las elecciones del 2 de diciembre contra sólo un 37% que apostaba por su rival, el candidato socialdemócrata Oskar Lafontaine. A nivel de partidos, la intención de voto se reflejaba en un 44,5% para los cristianodemócratas contra sólo un 38% para los socialdemócratas.

Pero la rapidez imprevista con la que se está deteriorando la situación social en la RDA y las posibles secuelas que pueda tener en toda Alemania, ahora que se puede producir una nueva oleada de emigración hacia Occidente, podría cambiar a la opinión pública de aquí a diciembre.

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