El Ejército Rojo condena la política exterior de la URSS
Varios altos cargos militares, secundados por algunos representantes de la diplomacia y dirigentes comunistas regionales, siguieron ayer los pasos del general Albert Makashov y criticaron a conciencia la política exterior de la URSS, especialmente en Europa del Este, durante la cuarta jornada del 28º Congreso del PCUS, que se había dividido en siete secciones temáticas.
El grueso de la andanada, que puso en cuestión el acuerdo de reducción de los arsenales estratégicos en un 50% y de las tropas convencionales en Europa, se descargó en la sección de política internacional. La lista de los descontentos fue desde el general Iván Mikulin, miembro del Consejo Militar y jefe de la dirección política del Grupo Militar del Sur, al almirante Guenadi Jvatov, jefe de la Flota del Océano Pacífico, pasando por el jefe de las Armas Químicas de la URSS, general Kunzevich, y el embajador en Londres, Leonid Zamiatin. La prensa extranjera no tuvo ayer acceso las sesiones, resumidas anoche por portavoces del PCUS."En Occidente nos quedamos sin aliados, en Oriente no los tenemos; como resultado, hemos vuelto a la situación de 1939", dijo el almirante Jvatov. "Occidente refuerza su seguridad exclusivamente a costa nuestra", manifestó el general Mikulin, que calificó de "fantasma" y "mito" la idea de la casa común europea y dijo que los militares no son "burros de carga a los que se puede maltratar", mientras el responsable de las armas químicas pedía un referéndum sobre la política internacional de la URSS. Alexandr Yákovlev, jefe de la Comisión de Internacional del PCUS, miembro del Politburó y del Consejo Presidencial, fue criticado por el almirante Jvatov y también en la discusión sobre las relaciones nacionales, donde se le acusó de haber impulsado el separatismo báltico.
En contra de las tesis del ministro Shevardnadze, el embajador en Londres afirmó que la dirección soviética no había previsto los acontecimientos en Europa del Este. El jefe del partido de la región de Kursk lamentó que la URSS no ayudara a los comunistas del Este de Europa y dijo que los pocos comunistas húngaros que quedan llaman a los soviéticos "traidores" del socialismo.
La defensa del rumbo internacional fue empredida por el viceministro de Exteriores, Yuli Kvizinski, quien admitió que en el último año y medio, la política exterior de la URSS acusa las dificultades de la política interior.
Desde el estamento militar, el general Mijafl Moiseiev, jefe del Estado Mayor, rompió una lanza a favor de Gorbachov al defender el tratado START.
En el debate sobre la situación sociopolítica, el mariscal Nikolái Ogarkov, ex jefe del Estado Mayor, dijo que el prestigio del partido nunca fue tan bajo, y criticó a la prensa. El coronel del Comité de Seguridad del Estado (KGB) Vladimir Baranov manifestó que "en el trabajo ideológico hay que tener en cuenta la influencia negativa del exterior, especialmente de los "servicios secretos imperialistas".
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