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Mandela intenta tranquilizar a Margaret Thatcher

Nelson Mandela concluyó ayer en Londres su largo periplo de un mes por Estados Unidos y Europa con una visita a Margaret Thatcher, quien aspira a influir en la transición del apartheid a la democracia en Suráfrica. La primera ministra confrontó durante tres horas sus puntos de vista con los de¡ líder africano y quedó relativamente tranquilizada. Mandela calificó de alentadoras y productivas las discusiones. El vicepresidente del Congreso Nacional Africano (ANC) se entrevistó también con Neil Kinnock e intentó dar seguridades a la patronal británica.

La primera ministra Margaret Thatcher esperó ayer a Nelson Mandela en el umbral del número 10 de Downing Street, sin aventurarse bajo la lluvia, con una adusta sonrisa. Hace dos años largos, la dama de hierro motejó al ANC de organización terrorista y ahora, sin que Mandela haya renunciado a la lucha armada, la primera ministra le recibía en Londres. Las discusiones entre ambos líderes duraron una hora más de lo previsto y consistieron, según fuentes oficiales británicas, en "un intenso intercambio de puntos de vista", el eufemismo diplomático que se emplea para definir a lo que en lenguaje llano se denomina discrepancias.La sanciones económicas, la Iucha armada, la agenda política a debate en Suráfrica y el futuro del país constituyeron el núcleo central de las conversaciones. Thatcher considera que hay que suspender las sanciones económicas contra Pretoria para alentar la reforma emprendida por el presidente Frederik W. de Klerk, mientras que Mandela estima que las sanciones han de mantenerse como acicate a esa misma reforma y en tanto no se haya alcanzado un punto de no retorno en la eliminación del apartheid. Las fuentes británicas indicaron que esta cuestión pasó a un segundo plano -aunque Mandela reconoció la existencia de las discrepancias en este punto y en lo relativo al empleo de la violencia como método político y que ambos dirigentes se dedicaron más a examinar el futuro político y económico de Suráfrica.

Mandela y De Klerk están inmersos de lleno en un proceso negociador que ya ha pergeñado un ordenamiento constitucional en torno a la creación de dos Cámaras parlamentarias, una baja elegida por sufragio universal y otra alta basada en una distribución de escaños entre los distintos grupos del país. El vicepresidente del ANC y Thatcher analizaron estos detalles y Mandela manifestó después que el contexto de las discusiones le dejaba lleno de fuerza y de esperanza".

Tras su entrevista con la primera ministra, Mandela habló durante media hora con el líder de la oposición Neil Kínnock.

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