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Paesa es investigado por la justicia suiza en relación con una estafa de casi 2.000 millones

Francisco Paesa Sánchez, procesado por presunta colaboración con los GAL, es investigado por la justicia suiza en relación con una estafa que se cifra en unos 27 millones de francos suizos (más de 1.900 millones de pesetas). La investigación se originó por las denuncias de más de 20 afectados que hicieron préstamos a la inmobiliaria New Century Trading (N CT). El dinero no fue devuelto y el responsable de la empresa, el húngaro Gabor Kinces-Deak, desapareció el pasado diciembre. Varios afectados declararon en el juzgado que, detrás de Gabor, operaba Paesa.

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Gabor Kinces, de 49 años, conoce a Paesa desde hace tiempo. En 1982, ambos fueron detenidos en Francia por evasión de capitales a Suiza, de lo que salieron indemnes. Kinces, hasta 1970 empleado de American Express y Lufthansa, como agente de viajes, había trabajado en Marbella, haciendo promoción inmobiliaria, entre 1971 y 1978. Paesa afirma que su amistad con el húngaro se remonta a comienzos de los ochenta, cuando Kinces, de nuevo en Suiza, trabajaba en Plagefin, una financiera que quebró pronto.En 1985, Gabor Kinces compró la NCT, empresa inmobiliaria con escasa actividad conocida en ese sector, pero que se ha mostrado muy activa en captar financiación de terceros con la promesa de intereses desorbita dos: hasta un 30% mensual, en los últimos tiempos. Desde septiembre de 1989, Gabor tuvo problemas para cumplir las obligaciones derivadas de esos créditos.

El pasado 15 de diciembre, desapareció sin dejar en Suiza activos conocidos. Semanas después, fue localizado en Hungría donde ha recuperado la nacionalidad, lo que impide su extradición. El 16 de febrero de este año, tras haber oído a varios testigos que veían la clave del caso en la relación de Paesa con Kinces, el juez Kaspers-Ansermet primer instructor del sumario solicitó a la policía informes sobre Paesa.

Preso en Suiza

Así pudo saber que este español, de 54 años, había estado encarcelado en Suiza entre febrero de 1987 y abril de 1988, por una presunta estafa de unos 70 millones de pesetas relacionada con el Banco Alpha, que era propiedad de Paesa cuando quebró. También conoció que, en 1978, la justicia suiza se había interesado por el Trust Development Bank, fundado y presidido por Paesa en Georgetown, en la isla del Gran Caimán.

Por último, supo igualmente que, durante 1979, la justicia francesa había investigado a Paesa en relación con dos asuntos: uno de falsificación de moneda y otro de créditos.

Carole Borbey, la juez que actualmente instruye el caso, espera, por su parte, que le sean remitidas desde Hungría las respuestas a una serie de preguntas que ha formulado a Gabor Kinces. Entre otras cosas, la juez pide al húngaro que le explique su relación con Francisco Paesa.

Éste, protegido por la inmunidad diplomática que le presta la República de Santo Tomé, como embajador en Ginebra ante la ONU, se encuentra al abrigo de cualquier posible inculpación por este asunto, del mismo modo que escapa a la orden de prisión incondicional dictada por el juez Baltasar Garzón en el sumario de los GAL. No obstante, Paesa admite que una de sus principales preocupaciones es no salir en los periódicos. El español huido a Suiza reconoció ayer, en su despacho de Ginebra, tener una gran amistad con Gabor Kinces, haber estado al corriente de muchos asuntos de la NCT e incluso haber despachado con algún cliente de esta empresa. Pero añadió que no tiene nada que esconder y que todo lo hizo desinteresamente, en atención a Kinces.

Para Paesa, la NCT empezó como una empresa seria que especulaba con opciones transferibles de compra de inmuebles a partir de una financiación alta mente remunerada (sobre el 10% mensual) y a muy corto plazo. El problema, según Paesa, es que Kinces, "un hombre débil y poco preparado para los negocios" tomó demasiado crédito a plazo excesivos y cayó en la típica bola de nieve que le obligó a endeudar se progresivamente.

Agujero menor

Paesa añade que ese proceso comenzó a primeros de 1989 y que, en marzo del mismo año, él mismo advirtió a Kinces de que estaba incurriendo en una estafa. Paesa cifra el agujero de NCT en menos de 10 millones de francos, aunque asegura que el único que sabe la verdad es el húngaro. Varios afectados por esta estafa entienden, en cambio, que el dinero recogido por Kinces fue a parar a Paesa, y cifran el monto de la estafa en más de 100 millones de francos, dado que mucho de lo recolectado por Kinces era dinero negro que, posiblemente, nunca será reclamado.

Nada de apuros

"Hay muy pocas cosas en la vida que puedan ponerme en apuros", afirma Francisco Paesa en su despacho de la misión ginebrina de Santo Tomé y Príncipe ante la ONU. Una gran bandera de ese país decora el recinto, junto a un gran óleo de Magritte y otro de Picasso.Sobre la mesa, paquetes de cigarrillos Benson, la Carta de las Naciones Unidas, recortes de periódicos españoles que informan sobre la visita realizada la víspera por un grupo de diputados de Madrid que fueron a Ginebra a protestar por el status diplomático de Paesa, y un buen número de cintas magnetofónicas. El embajador africano toma una de ellas, en la que se halla grabada una conversación telefónica suya, y la introduce en el magnetófono. Una voz vacilante y ronca empieza a desgranar amenazas. La voz exige dos millones de francos suizos que Kinces no ha devuelto ,

"Déjeme en paz, gran maestro, yo no sé nada de ese asunto", responde Paesa, que parece habituado al diálogo. La voz asegura que la salud de Paesa se va a deteriorar, porque algunos perjudicados de la NCT han contratado a un brujo extraordinario. Una carta anónima confirma ese extremo. Paesa no parece temer el vudú de las víctimas de Kinces ni tampoco que algunos de los estafados puedan ser, por ejemplo, mafiosos italianos.

"Me preocupan los pequeños", asegura, "alguna pareja de jubilados que haya podido caer en estas redes, porque los grandes no pueden decir mucho. El que pretende poner 500 millones de pesetas a un 10% mensual, que representa un 120% al año, o es un estafador o es un tonto". Este embajador se niega a hablar de otra cosa que no sea el asunto Kinces e incluso ahí rechaza preguntas. "No estoy ante un juez", dice. Reitera que irá a Madrid para el Juicio sobre los GAL: "Conozco el sumario y sé que no hay nada contra mi en él".

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