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Entrevista:

Raúl Alfonsín: "Argentina necesita una concertación de los partidos populares"

El ex presidente radical afirma que el Gobierno de Menem está impregnado de conservadurismo

"Lo que hay que probar en Argentina es algo que todavía no se ha hecho: una concertación en serio de los partidos populares", afirma el ex presidente de esa nación suramericana y líder de la Unión Cívica Radical (UCR), ahora en la oposición. Ésta es, a su juicio, la clave para afrontar la gravísima crisis actual y para neutralizar el surgimiento de "una nueva derecha" en América Latina que crea "democracias condicionadas", ya que no puede refugiarse ahora en "el golpismo militar".

Alfonsín inauguró ayer los cursos de verano organizados por la Comunidad de Madrid y el Instituto Universitario Ortega y Gasset en la capital española con una conferencia sobre La transición argentina en el marco de la democratización de América Latina. En ella analizó las características de su Gobierno (1983-1989), el primero elegido libremente después de la dictadura militar.Esta presencia académica atenúa sólo en parte el voltaje político de este abogado de 63 años -de ascendientes gallegos por parte de padre-, que reaparece en distintos momentos del diálogo mantenido con EL PAÍS.

Pregunta. ¿Cree posible un pacto político entre el Gobierno del peronista Carlos Menem y la oposición radical que usted representa?

Respuesta. Nosotros lo planteamos como una necesidad. El Gobierno ha aceptado en cierta forma una discusión entre sus representantes y los nuestros, pero hasta ahora lo que veo es que busca una suerte de contrato de adhesión hacia un proyecto económico que nosotros no creemos que sirva para la solución del país y que está tremendamente impregnado de ideologísmo conservador.

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P. Eso decía el peronismo cuando usted gobernaba.

R. No, no, al contrario. El peronismo hizo una política muy obstruccionista, una lucha por el poder basada en el fracaso del Gobierno. Potenciaba las demaridas sociales por una parte, y por otra no nos daba en el Senado, donde no teníamos mayoría, los clementos para tener los instrumentos indispensables. Yo plariteé desde el Gobierno la necesidad de la convergencia, la plariteo ahora también. Desgraciadamente no tuvimos eco ni antes ni ahora.

El giro del presidente

P. El giro dado por Menem en un año de gobierno sorprendió a propios y extraños....

R. A mí no me sorprendió mucho porque conocía las cosas que estábamos pasando y suponía que lo que se prometía en la campaña electoral -salariazo, no subir los impuestos ni las tarifas, por ejemplo- no se iba a poder cumplir. Habíamos denunciaclo además una alianza del justicialismo con el conservadurismo, que en Argentina se llama UCD y pasa por ser de centro.

P. ¿Cómo valora este año de gestión del justicialismo?

R. En lo económico se ha llegado a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). A mí me parece que éste se ha excedido en sus requerimientos al país; se trata de tener un superávit operativo sin contar los pagos de deuda externa de 5,6 puntos del producto interior bruto. Creo que, aunque se destinen todos los fondos resultantes de los bienes que han de privatizarse, sería imposible de cumplir. Además se está reprimiendo el gasto, no se está gastando menos. No se paga a proveedores, contratistas; se pagan salarios bajísimos. Esto es reprimir el gasto. Y así se consiguen algunos saldos operativos mensuales. Creo que la situacion es muy difícil, aunque deseo toda la suerte del mundo porque Argentina necesita que le vaya bien.

P. ¿Qué efectos sociales tienen esas medidas?

R. Yo soy muy escéptico sobre todo esto. Especialmente en el campo social, porque hay demasiados ingredientes conservadores que han generado, por ejemplo, la liquidación del Programa Alimentario Nacional (PAN), del plan por el que entregábamos útiles escolares a los niños; todavía no se ha reglamentado la ley de seguro de salud, que nosotros por fin habíamos logrado sancionar en el Congreso; se ha terminado con la secretaría de desarrollo cooperativo, entre otras cosas. Se sigue una política económica reaganiana, que en EE UU se montó sobre la base de un país rico, que había logrado niveles de subsistencia para los sectores más desprotegidos, y allí mismo generó marginalidad. Imagínese lo que puede pasar en un país en vías de desarrollo.

P. Durante su Gobierno, usted fue muy elogiado fuera de Argentina mientras dentro del país recibía duras críticas...

R. Todos los Gobiernos latinoamericanos que hemos hecho la transición después de regímenes militares hemos perdido las elecciones. Recuperada la democracia, se creyó que había solución para todo. No la había. Entonces se responsabilizó a los titulares del Gobierno. Esto produjo en la gente una actitud inteligente, que no fue una regresión, sino de buscar la alternancia dentro de los partidos políticos en el poder. Esto nos pasó a nosotros. No pudimos satisfacer legítimas demandas de nuestro pueblo por la crisis económica.

P. ¿Qué cambios se están produciendo en el radicalismo después de su experiencia de Gobierno?

R. Nosotros analizamos mucho lo que hicimos en el Gobierno. Estamos en permanente autocrítica, queremos analizar todo. Como cualquier partido democrático del mundo, el radicalismo tiene sus alas, gente que pone acentos en una cosa, gente que pone acentos en otra. Lo que es inmutable es la filosofía, somos un partido antropocéntrico; para nosotros, el hombre es el protagonista de la historia y un valor no negociable para el logro de ningún objetivo. Debajo de eso viene la doctrina, que puede ser modificada, desde luego. Nosotros vamos a ganar las elecciones presidenciales de 1995, estoy convencido.

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