Estimado conductor
Estoy trabajando -lo intento- en el sexto piso de un edificio en el centro de Madrid. De fondo, una barahúnda de molestos bocinazos impacientes atacan sin piedad mis tímpanos.Estimado conductor: aunque probablemente no nos hemos visto nunca, le quedaré profundamente agradecido si antes de dar un bocinazo se lo piensa dos veces. De verdad, muchas gracias, porque sin tanto bocinazo conseguiré rendir más en mi trabajo, probablemente me suban el sueldo por ello, iré más sereno por la vida y llegaré a casa más tranquilo, contribuyendo así usted a que mi vida familiar sea más estable y feliz. Muchas gracias, de todo corazón, por evitar el uso del claxon.-
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