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El Gobierno italiano renuncia a la candidatura de Venecia como sede de la Expo del año 2000

El acontecimiento ponía en riesgo el patrimonio arquitectónico de la ciudad

Juan Arias

El Gobierno italiano, presidido por Giulio, Andreotti, anunció ayer la decisión de retirar la candidatura de Venecia como sede de la Exposición Universal del año 2000. Esta decisión se produjo ante las presiones primero del Parlamento Europeo y luego del Senado y del Parlamento de la República Italiana y de cientos de intelectuales. Mañana jueves, el Bureau International des Expositions decidirá si concede la sede de la Expo 2000 a Hannover o Toronto.

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A favor y en contra

El Gobierno italiano, en un difícil consejo de ministros celebrado en días pasados, se dividió entre partidarios y contrarios a que la Expo del año 2.000 se celebre en Venecia, idea defendida con gran ahínco por el popular ministro de Asuntos Exteriores, el socialista veneciano Gianni de Michelis.El presidente Andreotti, para no desautorizar a su ministro, que es además una de las figuras de mayor relieve del partido socialista, consiguió en principio una fórmula de compromiso para salvar a todos, ahora superada por la última decisión: antes de decidir, decidió esperar a que decida el Bureau International. Sólo después, y en el caso de que la china cayese sobre Venecia, el gobierno pensaría si aceptar o no la candidatura, ya que por reglamento cuenta con cinco años para tal decisión.

Andreotti añadió además que, en definitiva, sería la región de Venecia la que tendría la última palabra. Con la finura que lo distingue, Andreotti recordó que en su día había pedido la sede de la Expo 2000 para Venecia. En una nota difundida ayer tarde, la presidencia del Gobierno italiano subrayó que "probablemente la alcaldía de Venecia había cambiado de parecer", tras "el infeliz concierto de Pink Floyd" [el verano pasado, que causó serios destrozos en la ciudad].

Luchar contra los santos

En realidad, horas antes de que Andreotti decidiera anunciar la retirada de la candidatura de Venecia, el ministro De Michelis había dicho que no pensaba luchar contra los santos"; sin embargo, hasta última hora siguió defendiendo los beneficios que podría sacar la región del Veneto de esa exposición. Recordó que en las últimas elecciones municipales de Venecia, en las que él se presentó como candidato a alcalde, toda la campaña de sus adversarios estuvo basada en el ataque a la candidatura de la ciudad para albergar la Expo, y que, sin embargo, él obtuvo más votos que nadie."Eso demuestra", dijo De Michelis, llamado el ministro de las discotecas, "que la mayoría de los venecianos no es contraria a la Expo". Sin embargo, la presión de los intelectuales contra la Expo por miedo a que Venecia acabe destrozada -su equilibrio es endeble- ha sido muy fuerte.

Firmas

También en el senado fueron recogidas firmas en contra, que suponían la mayoría absoluta, mientras que anteayer se empezaron a recoger también las adhesiones del parlamento. Las firmas en contra recogidas hasta ayer por la mañana rozaban la mayoría absoluta.De ahí que el presidente del consejo de ministros, Giulio Andreotti, haya decidido al final echarse atrás, contradiciendo su decisión de hace sólo una, semana. Para no verse desautorizado por el senado y por el parlamento, ha preferido anticiparse anunciando que su gobierno "ha llegado a la determinación de no confirmar frente al Bureau international des Expositions la candidatura de Venecia como sede de la Expo del 2000".

Andreotti no dijo ayer cuándo tomará su Gobierno la decisión oficial, pero, evidentemente, tiene que ser antes de que mañana decida París.

Por su parte, en una reunión, el lunes, con la corporación municipal recién elegida y que aún debe designar alcalde, el ministro De Michelis, sin hacer el mínimo caso de los silbidos con los que lo acogió parte del público, afirmó: "Hablaré poco para decir, sin pelos en la lengua, que no estoy arrepentido porque sigo pensando que la Expo es una cosa buena para Venecia". Y añadió: "El ocaso de Venecia se debe a quienes defienden la pura y simple conservación, una posición que paraliza la ciudad".

Desahogos

De Michelis quiso puntualizar que no siente rencor contra el senador y presidente del partido republicano Bruno Visentini, su gran antagonista político en esta historia de la Expo de Venecia, afirmando que es Visentini quien lo ataca siempre, aunque él considera que se trata de "desahogos del carácter".

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