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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Gorbachov y Corea

LA REUNIÓN en San Francisco de los presidentes de la URSS y de Corea del Sur, Gorbachov y Roh Tae Woo, respectivamente, debe ser considerada como una paso importante en la nueva política que la URSS se esfuerza por poner en marcha en Asia y en el Pacífico. A diferencia de lo ocurrido en Europa, donde la perestroika se ha traducido en cambios profundos, cuyo expresión simbólica ha sido la caída del muro de Berlín, la política asiática de Gorbachov avanza de manera mucho más lenta. La normalización de las relaciones con China ha sido frenada por la eliminación del poder de los sectores más reformistas, los gorbachovianos del Partido Comunista Chino. En cuanto a Japón -la primera potencia financiera del mundo, cuyo papel podría ser esencial para el desarrollo económico de Siberia-, el conflicto de las Kuriles dificulta el acercamiento.En ese marco se sitúa la entrevista de Gorbachov con el presidente Roh en San Francisco, que éste ha calificado de "histórica". Si para Seúl el principal interés de tal entrevista es político, como un paso que puede contribuir a la unificación de Corea, para la URSS las razones pueden ser de diverso orden. Conviene tener en cuenta que Corea del Sur representa hoy un potencial económico considerable, sobre todo como productor de bienes de consumo, y que ello reviste un interés prioritario para la URSS en un momento en que necesita ampliar las posibles fuentes del abastecimiento de su economía. El anunciado restablecimiento de las relaciones diplomáticas creará condiciones mucho más favorables para intensificar el intercambio económico.

Pero las razones de orden político y diplomático son aún- más importantes. Después de 45 años sin relaciones diplomáticas, la URSS y Corea del Sur van a normalizarlas. Es un paso que tendrá repercusiones en Corea del Norte, impulsando las tendencias orientadas a favorecer el proceso de unificación de las dos Coreas. La línea que divide ese país es la última barrera surgida de la guerra fría. Es hora ya de que caiga. Ello puede no agradar a Kim Il Sun, que mantiene en Pyorigyang un régimen comunista a la antigua. Pero su aislamiento es cada vez mayor: los antiguos países socialistas de Europa, Mongolia, incluso China, tienen ya relaciones con Seúl. La entrevista de San Francisco evidencia el cambio de la actitud de la URSS. Los aires del cambio llegan incontenibles a Corea.

Al mismo tiempo, es lógico que Gorbachov coloque en el centro de su política asiática las relaciones con Japón. Al poner fin ahora a la ruptura con Corea del Sur hace una demostración clara de que la URSS desea superar los prejuicios del pasado. Hay síntomas de que en su futura visita a Tokio, prevista para 1991, Gorbachov se dispone a dar pasos aperturistas. En su reciente paso por Tokio, el presidente Roh ha logrado mejorar sustancialmente las siempre conflictivas relaciones de Corea y Japón. Es un precedente que a Gorbachov tiene que interesarle con vistas a sus proyectos de futuro.

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