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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Celuloide libre

Hace unos años, a trancas y, barrancas, con cantidades mínimas de dinero sacadas debajo de las piedras, un cineasta español de treinta y pocos años, Felipe Vega, logró hacer, a la vieja y noble manera artesana, su primer largometraje. Lo titulóMientras haya luz y es, aunque a veces sombría, verdadera luz. El año pasado, con menos apreturas de producción, realizó otro largometraje, El mejor de los tiempos, que ya está aquí. Ha tenido excelente acogida en los festivales por donde ha pasado y en ellos ha cosechado un puñado de premios que lo han convertido en una película-oasis en el actual desierto cinematográfico español.

En Mientras haya luz, Vega manejaba una historia que se le quebaba corta, un desarrollo poético-argumental insuficiente para la duración del filme, y debido a ello la composición de escenas y personajes resultaba algo simple comparada con la complejidad del estilo que el director empleaba para elevarles a la pantalla: la endeblez de la fabulación contrastaba vivamente con el vigor de la creación de imágenes.

El mejor de los tiempos

Dirección: Felipe Vega. Guión: Ignacio Gutiérrez-Solana y Felipe Vega. Fotografía: López-Linares. Música: Bernardo Bonezzi. Montaje: Iván Aledo. España, 1989. Intérpretes: Jorge de Juan, Iciar Bollain, Rafael Díaz, Rosario Flores, Carmen Bullejos, Gracián Quero, Jack Taylor. Estreno en Madrid: cines Renoir.

Otra disociación, otro no buen ajuste, vuelve a producirse en El mejor de los tiempos, aunque de distinta índole: concebida la composición argumental -hay aquí más carga narrativa que en el filme anterior- en forma de acciones paralelas que poco a poco convergen y se anudan entre sí, estas acciones crean un tejido en el que hilos de seda se combinan (evidentemente no bien) con otros de esparto y, aunque ahora haya ajuste entre la anécdota y el tiempo de desarrollo fílmico de esta, el entramado cojea a causa del desequilibrio que genera dentro de él esa aludida disparidad en la calidad de los hilos hilados.

Amor

Todo cuanto lleva dentro e irradia la historia de amor entre el golfo madrileño y la bracera sureña es pura seda, una pequeña maravilla de vida y de libertad que brota del lado profundo de la pantalla. Esta zona, la medular del filme, está entre lo más elegante y hermoso que ha nos dado el cine español reciente. La convicción y la soltura de los intérpretes, la delicadeza y el rigor con que Vega sabe dejarles sueltos para extraer de sus rostros y de sus comportamientos auténticas cargas de verdad, es cine genuino, apasionante.Por el contrario, la otra historia convergente, la intriga -un thriller con suaves toques líricos libertaríos- que urde el viejo empleado borracho, tiene mucho menos fuste que la anterior y no es un buen soporte o contrapunto para ella. Esa disparidad entre las calidades de ambas les impide fundirse enteramente en una sóla ficción. Una y otra historia, aunque entremezclen sus trazados, están en realidad sólo adosadas, añadidas, no orgánicamente unidas en una sola materia poética. Y esto daña al filme en cuanto totalidad, hace de él una totalidad quebrada, inconclusa. Obsérvese, por ejemplo, la escena entre el empleado borracho y su jefe inglés: ¿Como es posible que en tan exquisita película tenga sitio -y lo tiene, pues sin ella se perdería la inteligibilidad de la intriga- una escena tan vulgar, incluso tan pedestre?

Pero queda la parte concluída, cerrada mágicamente sobre sí misma, autosuficiente como poema visual, que es el cuento de amor -admirablemente creado por Jorge de Juan e Iciar Bollain- antes referido y en el que cada intérprete vive y hace vivir al otro un prodigio de relación -asunto difícil en cine saber relacionar actores y hacer visibles esos sus transparentes lazos mutuos- que es celuloide generoso y libre, porque no solo hay libertad en los intérpretes, sino en la mirada que les ve interpretar, una mirada (la de la cámara de Vega) honda, que ama el amor que captura y nos hace amarlo, hacerlo nuestro.

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